La elefanta Judy anduvo suelta por varias horas, amedrentando a los citadinos.
A mediados de la década de los 50, el Zoológico de Chapultepec compró cinco elefantes para avistar sus instalaciones y atraer a una mayor cantidad de público. Los enormes animales provenían de Estados Unidos, de un zoológico en Miami que era famoso por contar en su repertorio con criaturas de circo.
El quinteto arribó a la Ciudad de México en julio de 1958 en tren. Todo parecía transcurrir sin problemas, pero entrada la madrugada del día 30, los elefantes escaparon de la estación Buenavista para causar una debacle por diversas calles de la capital.
Los elefantes tomaron rumbos separados, y fue Judy (la mayor) la que causó más revuelo aquella mañana. Obnubilada, Judy destrozó coches y establecimientos a su paso. Resultaba casi imposible calmarla. Un peatón que la encontró absorta frente a una gasolinera, intentó tomarla por la cola para apaciguarla. Sin embargo, la elefanta lo tiró al suelo y lo pisoteó hasta matarlo.
Entre los gritos de la gente, las cámaras de los reporteros y las sirenas de la policía, Judy estaba cada vez más confundida y violenta. No fue hasta que llegó un entrenador de animales que la elefanta se tranquilizó. El domador logró amarrarla a una reja de una residencia aledaña a la colonia Santa María la Ribera.
Cerca encontró a los demás elefantes, que como eran más jóvenes no hicieron tantos estragos como Judy y se dejaron amarrar hasta un camión que los llevó al Zoológico de Chapultepec. Regresó el entrenador por Judy, y cuando estaba a punto de subirla al camión para transportarla con los demás elefantes, volvió a escapar.
Corrió por la calzada México-Tacuba y otras calles más. Sin importar la fuerza y la profusa cantidad de personas que intentaban sujetarla, Judy seguía huyendo por la ciudad.
Finalmente se detuvo cerca del Callejón de la Luz, rendida ante el cansancio y adolorida por las lesiones que la autoridad le había causado. Capturarla parecía casi imposible, y por este motivo los policías y el director del Bosque de Chapultepec decidieron ponerse en contacto con el Regente de la ciudad, para decidir el destino de Judy.
Por su rebelde comportamiento y el asesinato que cometió, se optó por sacrificarla. Judy murió de un disparo ese mismo día por la mañana, y su cuerpo fue trasladado al zoológico para fungir como alimento para los leones.
El caso de Judy causó polémica en los medios de la época. Sin duda fue un día atemorizante para los capitalinos, que lamentablemente tuvo que acabar en una desdicha para el animal. Se trata de un hecho peculiar y poco convencional que impactó la realidad citadina de la época.
Fuente: El Universal.
Imágenes: Archivo El Universal.
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