Sobre una arquitectura mexicana que buscaba conectarse con nuestra esencia.
Durante la época posrevolucionaria, se inició en el país una etapa de desarrollo, con miras a la modernidad, en la que el gobierno buscó llevar a cabo una serie de programas enfocados en: salud, vivienda y educación.
En este contexto, el desarrollo de la Ciudad Universitaria se vio como parte de este avance social, ya que mantenía una postura congruente al discurso que se impartía por todo el país. Así, los frontones de CU se plantearon dentro de este proyecto, en el que la recreación y el deporte eran considerados parte del desarrollo y bienestar del hombre.
Para la construcción del frontón universitario, se tomó en cuenta una fuerte tendencia socialista que en cuestiones de arte y arquitectura buscaba la independencia cultural de las arraigadas influencias europeas, de décadas anteriores, para encontrar la esencia cultural mexicana.
Alberto T. Arai, un mexicano con descendencia japonesa fue el responsable de desarrollar en México el regionalismo arquitectónico, un movimiento inspirado en la cultura prehispánica. Con esta corriente, Arai buscó la reinterpretación y solución arquitectónica a través del conocimiento de la historia, adaptándose a las necesidades y tendencias actuales.
A partir de sus estudios sobre la evolución de las formas y la distribución de los elementos de las construcciones prehispánicas mesoamericanas, en 1952 diseñó los frontones de CU.
Foto: Situación Espacio Temporal
Seis volúmenes de concreto se forran de piedra volcánica para fundirse con el contexto y delimitar la zona deportiva. Cuatro de ellos son los frontones abiertos cuya forma de pirámide truncada, conformada por una plataforma y un talud, hace referencia a las construcciones prehispánicas. Formas sencillas, y lógica constructiva, características de la arquitectura funcional en la que la misma estructura es la que le da forma al conjunto mientras que alberga los servicios.
Foto: Situación Espacio Temporal
A pesar de que hoy en día ha sido modificado el planteamiento original, eliminando los desniveles y redefiniendo el programa con un gimnasio y estacionamiento, los frontones son un proyecto que demuestra la fuerte búsqueda de identidad que se vivía en México a mediados del siglo XX.
Esta propuesta utiliza nuevas técnicas constructivas y de integración plástica mientras hace referencia al pasado, apegándose a su contexto político, económico y social y buscando además la relación del hombre con su entorno. Este proyecto, junto con muchos otros, demuestra la creencia idealista de Arai y su compromiso por mejorar las necesidades de la gente, que era la promesa después de la revolución y que quedó al final como una utopía.
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