Bella Unión es el nombre del primer edificio que fungió como hotel en la capital.
Durante la primera mitad del siglo XIX, en 1840 para ser precisos, un ingeniero militar oriundo de Italia llamado José Besozzi tuvo la brillante idea de levantar un edificio que fungiera como hotel en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en la esquina donde hoy se encuentran las calles 16 de Septiembre y Palma.
En aquella época, los extranjeros que arribaban a la ciudad solían hospedarse en mesones. Pero pronto, surgió la necesidad de contar con un edificio ex profeso para alojar turistas en el corazón de la CDMX.
La visión del italiano es hasta la fecha reconocida, pues aquel edificio fue uno de los primeros en levantarse con ladrillos y no tezontle. La estructura de dos pisos, que sigue manteniéndose incólume en esta concurrida esquina, se erigió gracias a la colocación de acero, que se unía con unos remaches especiales, que para la época eran completamente modernos.
El hotel se llamaba Bella Unión, se trataba de un edificio bastante discreto y muy bello. El estilo respondía a la arquitectura francesa: sobria y elegante. Lo interesante es que unos bustos adornaban los marcos de las ventanas de lo que solían ser habitaciones, se trata de unas esculturas, que aún prevalecen, de los primeros presidentes de México.
Sin duda, los acontecimientos históricos que tuvieron lugar dentro de las paredes del hotel le han otorgado una identidad muy especial. Por ejemplo, en 1847, durante la intervención estadounidense, en Bella Unión se planeó la rebelión de los Polkos, a cargo de Matías de la Peña Barragán contra el presidente Valentín Gómez Farías. Más tarde, los norteamericanos tomaron el hotel y lo convirtieron en su cantina y prostíbulo.
Imagen: Nexos.
La realidad es que sí existía un hotel antes de Bella Unión, pero para la época del porfiriato, éste fue demolido. Por esta razón, el emblemático edificio del italiano José Besozzi es reconocido como el primero y uno de los más importantes, no solo durante los primeros años tras los movimientos de Independencia, sino también durante el porfiriato.
El valor intrínseco de este edifico no radica en que haya sido el primer hotel de la ciudad, sino que fue una estructura diferente e innovadora, que llegó a romper con los cánones establecidos de construcción y trazo de la Colonia. De alguna manera, el Hotel Bella Unión es coetáneo a la incipiente modernidad de la Ciudad de México que dejaba de ser la Nueva España.