El día que el Indio Fernández fue el modelo de la estatuilla del Oscar

Emilio “El indio” Fernández y sus talentos inadvertidos.

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Hay pocas cosas tan famosas en el mundo como la estatuilla dorada que cada año entrega la Academia de Hollywood a lo mejor del séptimo arte. El reconocimiento se llama Oscar tiene la piel de oro (como el Príncipe Feliz) y sostiene entre sus manos una espada sobre un rollo de película. Mide tan sólo 34 centímetros y pesa poco más de 3 kilogramos, sin embargo es codiciada por cientos de miles de personas; esos individuos que han dedicado su vida al cine.

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El curioso apodo de la estatuilla se lo puso gracias a una modesta bibliotecaria de los años treinta que se llamaba Margaret Herrick. Se dice que cuando esta mujer tuvo el premio en sus manos (fue una de las primeras en verlo) aseguró que se parecía a su tío Óscar. El apelativo fue un éxito, tanto que se convirtió en el nombre oficial en el año de 1934.

A pesar de que esa parte de la historia se tiene clara, lo que todavía es un misterio es quién fue el hombre en el que se inspiraron para esculpir a la pequeña estatua fornida. Aunque hay quienes aseguran que no fue hubo nadie detrás del diseño, existe el rumor que el modelo fue ni más ni menos que el legendario Emilio “El indio” Fernández.

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Para explicar el porqué de esta versión, es indispensable recorrer los primeros años de Emilio Fernández. De muy joven, El indio participó activamente en el levantamiento Adolfo de la Huerta contra Obregón. No obstante la insurrección fracasó y el director terminó en una cárcel de la que luego se escapó. Poco después, se exilió en los Ángeles donde se convirtió en doble de películas.

Ya metido en Hollywood, Emilio conoció a Dolores del Río. En aquel momento, la deslumbrante mexicana estaba casada con el director de la Metro Goldwing Mayer, un tal Cedric Gibbson. En algún instante  de su fugaz matrimonio, el ejecutivo estadounidense recibió en 1928 la tarea de diseñar los primeros Premios de la Academia y se dice (porque no hay pruebas) que la actriz le sugirió a su esposo que utilizara como referencia  al esbelto Fernández.

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En un principio El indio declinó la propuesta. Pero tras mucho convencimiento finalmente decidió aceptar el ofrecimiento y fue así como  un soleado día de los años veinte posó desnudo para que se hiciera el diseño del Oscar.

Aunque la historia es maravillosa, y en el fondo todos los mexicanos esperamos que sea cierta, hay varias razones para pensar que se trató de una mentira que alguna vez contó el mismo Emilio Fernández. Después de todo según sus amigos, el genio pasaba sus días inventando partes de su biografía.

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Por otro lado, los que todavía guardan la esperanza que todo sea verdad aseguran que basta ver las coincidencias entre el notable aspecto físico que tenía el director, en sus años de juventud  y el escultural cuerpo de Oscar, para comprobar que el relato sí sucedió. ¿Será?

Más allá de las versiones, lo que sí es una certeza, es que Emilio “El indio” Fernández no necesitó de esta anécdota para volverse una leyenda. Prueba de ello es la calidad de los largometrajes que dirigió. Películas icónicas (fotografiadas por Gabriel Figueroa) que los harán inmortal por el resto de la eternidad.

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