Manuel Solano (Ciudad de México, 1987).
Manuel Solano quedó ciego por una negligencia médica consecuencia de su tratamiento del VIH, ahora pinta con sus manos: sus creaciones artísticas surgen del recuerdo.
Solano ha generado dos narraciones: antes y después de perder la vista. Su primera etapa de producción comprendida del 2007 al 2013, estaba marcada por su interés en la moda como código cultural, del cual se apropiaba y registraba a manera de crónica visual, resultando en obras vibrantes y, al mismo tiempo, profundas.
En su mas reciente etapa que parte del 2014, incluso, hay un cambio en los materiales que utiliza. El óleo, en el caso de la pintura, ha sido sustituido por el acrílico por su flexibilidad y rapidez a nivel técnico. El bastidor por hojas de papel, el pincel por plumones. Si bien existen dos periodos de producción muy claros, su postura artística no ha cambiado; por el contrario, se ha visto reafirmada: jugar con el caos que representa el mundo a partir de lo íntimo y utilizar la melancolía no como estado de ánimo, sino, como postura política.
Sus pinturas mas recientes son ejecutadas con los dedos, los trazos y las composiciones pueden parecer hechas por un niño, sin embargo las capas y sobre todo los temas delatan una mano y una mente adultas. Su pintura es fuerte, intrigante y muy expresiva gracias a los bordes imprecisos casi mordidos en las figuras, los tonos y los rostros.
En una entrevista Solano explica: “Pinto todo con las manos. En mi taller tengo los colores ordenados siempre en el mismo lugar y no tengo muchas variantes: tengo dos amarillos, dos azules, dos rojos. Pero a la hora de mezclar los tonos sí es una apuesta; de hecho hay accidentes por toda la serie…”. Son precisamente estos “accidentes” los que hacen que su pintura sea única; los trazos, la mezcla son ahora su particular firma.
La obra pictórica de Solano, figurativa o no, refleja la impotencia, la inconformidad frente a los códigos sociales, sexuales e incluso académicos. Su trabajo son declaraciones potentes y valientes. Cada frase convertida en pintura es una ácida resignación a la actual sociedad intolerante. Sin embargo, incluso lo peor de nuestra sociedad se convierte en material para las historias pintadas por Manuel Solano.