Papalote: símbolo de libertad, parte de la estrategia militar y causa de muerte en México

Un breve recorrido por la historia del papalote en México .

 

En América tiene varios nombres: chichigua, chiringa, pandorga, kuatiaveve, barrilete, papagayo, culebrina, petaca, piscucha, volador, volantín y, proveniente del náhuatl papalotl: “mariposa”.

Cuando llegó a la Nueva España en el siglo XVII, gracias a la comunicación que se tenía con China, (a quien se le atribuye el nacimiento del cometa en el 400 a.C) mediante el llamado Galeón del Pacífico; las culturas prehispánicas lo asociaron con una “flor voladora“, alegoría de la verdad y la vida, que representaban gráficamente con una mariposa o papalotl en náhuatl.

A mediados del siglo XVII, jugar con un papalote era una actividad cotidiana entre los menores de la ciudad, siendo calles y azoteas el lugar preferido para volarlos. No obstante, en el Diario de sucesos notables de Antonio de Robles (1665-1703), se asentaron los primeros decesos infantiles documentados por volar un papalote. El miércoles 18 de octubre de 1684, se mató un niño al caer de una azotea mientras volaba un papalote.

El 29 de noviembre de 1700, un niño de doce años cayó de otra azotea de casi diez metros al correr tras un papalote. El niño Martín de Ganza, se cayó de otra azotea al andar tras un papalote, el 18 de diciembre de 1701. Fueron varios accidentes ocasionados por el papalote, que con el tiempo se fueron incrementando, a tal grado que en la segunda mitad del siglo XVIII, la autoridad virreinal se preocupó por las muertes y comenzaron a prohibir que se volaran los papalotes.

En noviembre de 1797 el virrey Miguel de la Grúa Talamanca y Branciforte, en calidad de “tutor público” prohibió volar papalotes. Derivado de esta prohibición, de febrero a abril de 1832, Antonio López de Santa Anna tomó los papalotes como propaganda y burla, ya que en estaban hechos de papeles impresos con caricaturas y mofas, sublimándose contra el gobierno de Anastasio Bustamante.

En la Revolución Constitucionalista llevada a cabo por ferrocarrileros que habían logrado restablecer el tráfico de carga hacia Reynosa, crearon una manta que volaba como un enorme papalote, al que adicionaron una mecha de yesca y un rehilete. Cuando encendieron la mecha por la noche, las chispas despendidas hicieron huir al bando enemigo, que pensaron que eran señales de que se acercaban tropas en medio de la oscuridad, haciendo huir a los enemigos.

En el siglo XIX este juguete fue objeto de prohibiciones para quien lo hacía ascender por los aires, al igual que su pariente el globo aerostático. En 1862 se llevó a cabo esta prohibición a menos que se tuviera autorización del gobierno.

En febrero de 1869, justo en la temporada más propicia para hacerlos volar, el periódico El Siglo Diez y Nueve publicó el artículo “PAPELOTES”, creyendo que la palabra era un aumentativo de papel: “Se recuerda al público, de ordenes del ciudadano Gobernador, la disposición vigente que prohíbe se echen papelotes en las azoteas, calles y plazas, si no es en las de los suburbios; bajo el concepto de que se harán efectivas las penas… determinadas para los infractores de dichas disposiciones.”

Por fortuna, los papalotes en nuestra ciudad y el resto del país, ya no son parte de estrategias militares, de muertes de menores ni de prohibiciones. Y podemos ver que existen varios diseños, y personas desafiando al viento para dejar una estampa en el cielo, recordándonos el vuelo de una mariposa.

Hoy en día, podemos llenarnos de diversión y magia, mientras vemos como un pedazo de papel surca los cielos, majestuoso como en ave y libre como una mariposa.