Ellos arriesgan su vida para salvar a los otros…
De pronto el terremoto del martes terminó. El paisaje era devastador, inmuebles hechos pedazos en menos de dos minutos. Gente atrapada dentro. Gente que lo había perdido todo. Gente que no sabía dónde iba a pasar por la noche. Tras un silencio devastador, de pronto, irrumpieron los camiones de bomberos, se escuchó el desolador sonido de las ambulancias y en la mitad de una avenida, de pronto, como siempre que se necesitan, emergieron en el horizonte los mejores rescatistas del mundo, los Topos.
Desde hace más de tres décadas, cada vez que una tragedia sacude a la humanidad este grupo de hombres, dispuestos a todo para salvar la vida de los otros, demuestran el verdadero significado de la palabra héroe. Su trabajo es liberar a las víctimas atrapadas bajo los escombros, llegan ahí donde las máquinas y los hombres no se atreven y al respecto dicen: “No hay remuneración, no hay muerte, no hay miedo, no hay comida. Únicamente el servicio a los demás, cuando comprendes esto, entonces eres un Topo. “
La historia de los Topos empezó a contarse hace 32 años, en una de las peores tragedias que haya vivido la Ciudad de México. La mañana del 19 de septiembre de 1985 un terremoto de dos minutos desató una crisis humanitaria sin precedentes. Decenas de edificios sucumbieron y por lo menos 10 mil personas quedaron debajo de los escombros.
La magnitud de la tragedia fue tan grande que el gobierno se rebasó en las primeras horas. Y entonces, para ayudar a los desvalidos, algunos hombres y mujeres salieron a la calle a enfrentar los estragos del desastre. Sin descansar un minuto, estos valientes escarbaron incansablemente en la pila de escombros que había en la Ciudad de México con la esperanza de encontrar a alguien con vida.
Estos voluntarios del terremoto dieron origen a varias brigadas que por su forma de trabajar fueron conocidos como “Los Topos” Una de ellas fue la Brigada de Internacional de Rescate Tlatelolco-Azteca, una organización, sin fines de lucro, que se fundó en 1985 por Héctor “El chino” Méndez. Actualmente, dichos rescatistas se identifican con un traje anaranjado y no aceptan donaciones de ningún tipo.
Por otro lado, durante el 85 nacieron también, los Topos Tlatelolco, un grupo de brigadistas que se formó durante el sismo y que desde 1986 ayudan a la comunidad a levantarse de las tragedias naturales que la abaten, prestando espacial apoyo en la reconstrucción. En el presente esta asociación no recibe dinero por parte de las autoridades y subsiste gracias a las donaciones de las personas.
Sean del grupo que sean, y a pesar de las suspicacias que se han despertado en cuanto si se les debe de donar dinero o no, hay que tomar en cuenta que los Topos llevan más de tres décadas salvando vidas. Ahora mismo, mientras se escribe esto, están en los aparatosos escombros que dejó el sismo del 19 de septiembre en la ciudad, escudriñando debajo de la tierra para tal vez encontrarse con la respiración de alguien y darle la oportunidad de volver a vivir.