¿Es la cuenca un factor para que los temblores sean más duraderos y destructores?
El terremoto que sacudió a la Ciudad de México el pasado martes 19 de septiembre fue uno de los más fuertes y destructores de hacía décadas. Decenas de edificios colapsaron, y unos cuantos más ya fueron evacuados por los numerosos estragos que sufrieron. Las desgracias que trajo consigo el sismo de 7.1 suscitan una pregunta inevitable: ¿la cuenca es un elemento relevante para que los temblores duren más y sean más catastróficos?
Anteriormente, se ha pensado que no. Sin embargo, el profesor de geofísica de la UNAM Víctor Cruz Atienza asegura que sí, y realizó un modelo que explica cómo es que las ondas de choque de un terremoto se propagan en la capital de país.
The New York Times realizó un mapa animado basado en la teoría, y en éste se logra apreciar que el movimiento del suelo es mayor cuando llega a la CDMX. Esto, sin duda, tiene que ver con el hecho de que la Nueva España fue levantada sobre un terreno lacustre. Las capas de arena, la arcilla y las sedimentaciones blandas, según el geofísico, hacen a nuestra ciudad una mucho más vulnerable ante los terremotos.
Los sedimentos más precarios, que se hallan cerca de las superficies, ocasionan que las ondas de choque viajen a una velocidad que disminuye de 2.4 km por segundo a 45.7 metros por segundo. A medida que llegan al Valle de México, las ondas de movimiento se tornan muy lentas, lo cual se traduce en sacudidas mucho más violentas. De hecho, el investigador asevera que pueden llegar a ser hasta 100 veces más intensas que en otro lugar.
Aunado a esto, el material que se encuentra debajo de estas sedimentaciones, hace que las ondas se queden más tiempo en esos espacios. Es por esto que los movimientos duran más, lo cual resulta caótico para metrópolis como la Ciudad de México. Más tiempo de temblor = Más edificios caídos.
La teoría propuesta por el profesor es bastante acertada, pues según las lectoras sismológicas que la UNAM registró del sismo del 19 de septiembre, la propagación de ondas a través del Lago de Texcoco fue tal y como las explicó el académico.
Es una pena, pero por la negligencia y corrupción de la industria ingenieril de la urbe, de ahora en adelante habrá que tomar nuevas medidas de construcción. La ciencia y la ingeniería tendrán que formar mancuerna, para que los futuros edificios que permeen la arquitectura citadina tomen en cuenta la información que investigadores como Víctor Cruz Atienza sostienen sobre el suelo de la CDMX.
Fuente e imágenes: Código Espagueti.