Bienvenidos a la Sala de Arte Público Siqueiros.
Las grandes banderas siempre cubren los rostros que las sostienen.
–Siqueiros
Desde el nombre mismo de este extraordinario museo-casa-taller, se refleja el espíritu que animó a David Alfaro Siqueiros a su creación (aunque él no dudó en llamarlo La Tallera). Hablando de este precioso espacio y los tesoros que guarda en su interior, se puede decir que el arte es una intimidad que se hace pública, y la Sala de Arte Público Siqueiros es una extraordinaria materialización de esta idea.
Se trata de un espacio ubicado en Polanco (que fue la casa del pintor durante muchos años), convertido en museo en 1969, dedicado a exponer y difundir la valiosa obra de Siqueiros a través de un importante archivo, además de ser la sede de distintas muestras de arte contemporáneo. Finalmente, esta sala ostenta en sus paredes dos de los murales más impresionantes de su legendario dueño, que por cierto, nunca fueron terminados.
La convergencia entre el ser y el hacer, donde lo público y lo privado comulgan, nos dice mucho de la tramoya estética y conceptual que sostiene la obra de gran chihuahuense Alfaro Siqueiros; es quizá él, de los llamados “tres grandes del muralismo” (Orozco, Siqueiros y Rivera), quien mejor propone la “desmesura controlada” de trascender e ir más allá del espacio físico que contiene a la obra misma, o a su soporte, sea lienzo, papel o muro.
Quien ha visitado la sobrecogedora bóveda del Poliforum entiende, in situ, esta voluntad del ir más allá. Aquella monumental obra nos sobrecoge por razones meramente de dimensión física, la obra se derrama hacia adentro; es decir, se trasciende no desde sí misma, sino hacia sí misma. El extraño efecto abre una puerta inesperada, entre otras, hacia el interior de la obra; pero, más importante, por extensión o extrapolación, abre una puerta hacia nuestra personal interioridad, lo privado, lo íntimo. La voluntad del artista así, conquista un territorio (a falta de más espacio gráfico posible) que no se puede expresar de otra manera excepto como una expansión hacia adentro de la obra misma.
Como muchos de los grandes artistas del siglo XX, Siqueiros, altamente politizado, consideró y aún utilizó las tecnologías y los medios de sus siglo (incluso patentó la fabricación de colores y otras innovaciones en soportes y técnicas propiamente pictóricas que repercutieron mundialmente en la segunda mitad del siglo) y consideró el uso de la propaganda para fines políticos y didácticos. Participó robustamente en los debates centrales de su tiempo. Al final exclamaría: “Con todo, insisto que no comprendo el mecanismo psicológico de la propaganda. Como le ocurre a muchos, cada vez que escucho a un predicador, pierdo la fe”. Apodado el “Coronelazo” por su participación en la lucha armada de la Revolución Mexicana, las ideas y las obras del pintor nunca estuvieron exentas de las delicadezas y los detalles que proyecta el arte contemporáneo.
De los “tres grandes”, es quizá Siqueiros el menos conocido y celebrado; o más precisamente, el más mal entendido. La Sala de Arte Público Siqueiros (paradójicamente situada en la calle Tres Picos) ofrece una oportunidad de conocer a este gigante dormido, proyecta elementos y herramientas, entre muchas otras cosas, para acercarnos al sentido de “lo mexicano”, que nos compone y nos explica, nos da identidad y nos hace universales. Al introducirnos en ese espacio nos introducimos en nosotros mismos, en una doble vertiente: la de nuestra compleja historia del siglo XX, sí, pero también a la de toda nuestra historia; y, no menos importante, nos accede a la esfera de nuestra propia intimidad.
Sala de Arte Público Siqueiros
Dirección: Calle Tres Picos #29, Miguel Hidalgo, Polanco.