Retrospectiva de Tania Candiani, una mujer multifacética.
Los intereses de la artista Tania Candiani (Ciudad de México, 1974) se enfocan en generar estrategias para llevar a cabo una traducción entre sistemas de lenguaje, visuales y fónicos, en un continuo deseo nostálgico de aquello que ha quedado claramente olvidado, con el fin de hacer patente el contenido discursivo de los artefactos en desuso.
Tania Candiani forma parte de una generación de artistas tijuanenses, que tenían como meta sensibilizar al espectador sobre la frecuente tensión fronteriza. Desde el inicio de su carrera su obra ha sido exhibida en EUA, América Latina, Europa, Rusia y Egipto. Su larga y exitosa trayectoria la ha llevado a exhibir su trabajo en más de sesenta espacios de manera internacional; ha sido representante mexicana en la Bienal de Venecia, y becada por el Smithsonian Artist Fellowship.
A través del uso de lenguajes como la palabra, el sonido o el artefacto, Candiani traduce posibilidades de un nuevo lenguaje que tiendan a generar un sentido en potencia, todavía no en uso práctico, de aquellas expresiones que proveen nuevas formas de mirar. Esta artista mexicana, integra colaboraciones interdisciplinarias en su trabajo, con el propósito de enriquecer intersecciones poéticas de lenguaje la materialidad del sonido y la historia de la ciencia.
Candiani ha trabajado tanto en textiles, abordando como lenguaje la intersección con la producción de narrativas; el sonido como lenguajes, en su exposición en Polonia, entretejiendo el lenguaje, la textura del sonido y su resonancia con la arquitectura.
Además de esta retrospectiva a la obra inusual de Candiani, queremos hacer el recuento de un fenómeno inusitado de octubre de 2016, cuando Candiani sorprendió a los pasajeros de la línea 12 del metro de la Ciudad de México. El evento fue una intervención sonora donde 200 mujeres tocaron teponaztlis, un tambor ritual de uso exclusivo de hombres en el Altiplano en México en tiempos prehispánicos.
Las mujeres en el metro, también hicieron retumbar tambores rarámuri, en una forma de protesta para reivindicar el rol de la mujer mexicana, y hacerla participe de la riqueza cultural del país.
Cabe señalar que el teponaztli es un tambor adoptado por culturas como la mexica y la maya; que consiste en un tronco grueso de árbol, ahuecado, lo que hace que se conforme una cámara de resonancia. El sonido que emiten cientos de teponaztlis en el metro es el recordatorio de la reflexión colectiva sobre lo subterráneo y la cuenca de México como parte de una investigación del proyecto Líquido: Deseo.
En varios grupos formados por 20 mujeres aproximadamente, al ritmo del tambor rarámuri tocaron durante 3 horas en las 12 líneas del metro. Luego se unieron en la estación Refinería, llenando las escaleras de música, historia e inclusión social.