La Casa Chueca es arquitectura de ficción en Villa Coapa

La ficción de lo chueco se mezcla con lo real del espacio. 

 

La arquitectura interviene un espacio para transformar lo que llamamos realidad. Una construcción bien puede alterar el hábitat, el ecosistema e incluso beneficia o perjudica el turismo. El mundo se transforma cuando se alza un edificio. Igual que la música, la danza o la pintura, la arquitectura produce significados, interactúa con un orden para alterar nuestros significantes al grado de producir diversas narrativas.

La ficción que sale de los espacios arquitectónicos es visible en la imaginación colectiva de las casas embrujadas o de los lugares donde el poder de la naturaleza y las fuerzas sobrenaturales actúan en una edificación, con el fin de re construir algo que nos fue despojado. Cuando a un espacio arquitectónico está bloqueado, cuando las paredes se levantan para impedirnos el paso y el contacto con sus paredes, el trastorno con lo lejano alimenta nuestra fantasía para explicarnos lo que no conocemos.

Este vértigo es el que nos produce la Casa Chueca de Villa Coapa, que a través de las realidades alternativas que las personas se han creado para explicar la identidad visual de esta edificación, han producido un ente diverso, que a pesar de formar parte del territorio urbano y ser una construcción poética, sigue siendo anónima y ajena incluso cuando se visita la zona.

La Casa Chueca de Villa Coapa se encuentra en Avenida Prologación División del Norte, es considerada una de las casas habitación más famosas de la ciudad, por su efecto arquitectónico; no obstante, por dentro es una casa normal que para muchos contamina el espacio real con su forma inusual.

Varias narrativas de ficción se han construido en torno a la casa; no obstante, la “casa chueca” tiene explicaciones terrenales y sin misterio. Se creó en la década del 70 por el arquitecto Humberto Aguilar Huerta, egresado de la UNAM en la generación 1964 que hoy vive en Quintana Roo y hizo es famoso por otras obras como la Casa Popular de San Jerónimo y Jardines del Recuerdo.

El arquitecto Humberto Aguilar, fue contratado para diseñarla y construirla por un hombre llamado Eligio Salazar, y se inspiró por la irregularidad natural del terreno, construyendo la casa a base de medios niveles. En el exterior puso piezas inclinadas de concreto de 5×5 metros, que a la vista provocan una sensación vertiginosa, aunque por dentro es una casa normal completamente nivelada.

A pesar de que el arquitecto tuvo completa libertad creativa, el principio no se sintió contento con el trabajo ni satisfecho con el resultado de su casa chueca. Sin embargo, al poco tiempo de construcción, varios estudiantes de arquitectura comenzaron a interesarse en la construcción, las televisores preguntaron por el inmueble, hasta que el propietario se sintió contento.

Esta propiedad privada no esta abierta al público, por lo que solo puede contemplarse desde la avenida.