Bestiario de sonidos callejeros de la ciudad

Cada ciudad es un ecosistema acústico en el que distintos sonidos luchan entre sí por distinguirse del ruido e implantarse en la mente de los paseantes. La ciudad de México es, en este sentido, particularmente exuberante, llena de ruidos que se arrastran, que trepan, que vuelan, que se clavan como aguijones, que asustan, que alertan, que emocionan, que divierten, que molestan, y que finalmente la vuelven única, diferente a cualquier otra ciudad del mundo. Estos son 5 de los sonidos más característicos de nuestra capital:

 

Tamales Oaxaqueños

Elías Zavaleta es el hombre detrás de la inolvidable voz que se repite incansablemente por la ciudad: “Ricos, deliciosos y calientitos tamales oaxaqueños”. Es un llamado que suena inconfundible entre el escándalo de la jungla chilanga. Elías es el prototipo del artista incomprendido; no recibe ni un solo centavo de la venta de esos cassettes que sirven como imán para atraer a los comensales adictos a la vitamina T.

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Camotes

Este chiflido es el llamado de esas bestias metálicas, verdes y cilíndricas que queman leña en su interior para mantener calientes plátanos fritos y camotes. El filoso y cortante sonido se olvida apenas la boca empieza a salivar pensando en estos deliciosos postres.

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El afilador

Esta especie es cada vez más rara de percibir. El silbato característico de los afiladores tiene ya muy poco sentido para las nuevas generaciones, para las que todo es desechable. Pocos imaginamos que unas buenas tijeras o un buen cuchillo podrían necesitar de alguien que les haga recobrar su filo.

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Organilleros

Son una reliquia viviente, un eco del siglo pasado que aún reverbera entre los muros más viejos de la ciudad. Su sonido trae inmediatamente a la mente la tranquilidad de los parques y los paseos dominicales, pero son una especie en extinción. Dar mantenimiento a un organillo es un arte poco valorado por los paseantes que corren estresados malabareando los pendientes del trabajo, o por los que añoran un oasis de silencio que parece cada vez más imposible en medio del escándalo citadino.

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“Fierro viejo que vendan”

Este es el último gran éxito de los sonidos urbanos. Al igual que Elías Zavaleta, María del Mar Terrón permanece en el anonimato mientras su voz se viraliza por las calles de la ciudad: “Se compran colchones, tambores, refrigeradores, estufas, lavadoras, microondas o algo de fierro viejo que vendan”.

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“El gas”

Este es el grito de batalla del clan de los gaseros que, simple y contundente, anuncia como un reloj el despuntar del día: “¡¡¡El gaaaaaas!!!”.

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