Sobre la soledad en una ciudad con 8 millones de habitantes (y cómo sobrellevarla)

 Foto: Franco Hidalgo

 

El talento se cultiva en la soledad; el carácter se forma en las tempestuosas oleadas del mundo.

Johann Wolfgang von Goethe

Una de las paradojas más comunes en la vida del hombre es sin duda la de sentirse solo en la ciudad, un sitio con grandes concentraciones de gente que marcan una indiferencia social en cada rincón de las calles. La soledad es un sentimiento casi indescifrable que nace de esos momentos fugaces en que nuestra mente se hace consciente de su propia existencia y la relación con su entorno. La mayoría de las veces provoca miedo, desconfianza, amargura y una sensación de no pertenecer a ningún lugar.

Ejemplo claro en la ciudad de México se da al caminar sobre la avenida Madero, en el Centro Histórico. Es fin de semana por la noche y chocar con toda esa gente que ha cruzado Eje Central para embestir, en calidad de manada, a todo aquel que no esté en sus planes previamente calculados, se hace un hábito al que nos hemos acostumbrado ya. Tal vez la vida se mueve demasiado rápido y no tenemos tiempo de mirar por dónde vamos, tal vez los recuerdos y los planes se vuelven una venda que cubre nuestros ojos al caminar. Sin importar el lugar o las condiciones, la soledad nos alcanzará a todos en alguna parte de nuestras vidas y es preferible no desaprovecharla, pues de ella podemos extraer muchos beneficios espirituales.

Cuando la sensación de aislamiento invade tu mente en la ciudad, es recomendable notar que no eres el único solitario en las calles; cientos de personas deambulan con la misma idea, pero la diferencia está en cómo tomar una posición que te beneficie. Dar un paseo sobre espacios abiertos o contemplar los lugares hermosos de la ciudad puede ayudar a refrescar tu mente, darte cuenta de lo mucho que no te conoces y del miedo que tal vez tengas a hacerlo. Básicamente en esto radica el sentimiento de soledad: no conocerse o desconocerse a uno mismo.

Las actividades culturales de la ciudad también pueden ayudar bastante pues te unen a personas desconocidas con un mismo fin: talleres, dinámicas de juego e incluso exposiciones son algunos ejemplos que, además de ocupar tu mente, sirven para tranquilizar tus pensamientos.

Puedes encontrarte en uno de los antros más demandados de la noche y entre la música, la multitud y las luces tornasol te refugias en tu smartphone o iPhone como método de escape. Este tipo de acciones no te liberan del problema y peor aún, no te generan un resultado positivo que bien puede adquirirse si en vez de ir al antro te quedas en casa a mirar una película o leer un libro. Poner un muro o crear un puente a través de este sentimiento es nuestra elección.

No debemos olvidar que 8 millones de habitantes se han convertido en una clase de red neuronal que nos hace funcionar como un solo ente, un gran monstruo social del que también somos parte. Cuando la soledad te encuentre en la ciudad, recuerda que todos estamos solos y la mejor manera de disfrutar de la soledad es entenderla y hacerla nuestra.


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