Hace algunos años, Peter Menzel y Faith D’Aluisio decidieron hacer las maletas y emprender un viaje por 24 países en los que visitarían a 30 familias para conocer la forma en que se alimentan. El objetivo era convertir en imágenes un proceso del que pocas veces somos conscientes pero que ocurre unas tres veces al día, todos los días de nuestra vida.
El resultado de este trabajo es un libro titulado Hungry Planet: What the world eats y, por supuesto, una de las paradas obligatorias de esta pareja fue México, donde visitaron a la familia Casales en su casa de Cuernavaca. Marco Antonio y Alma, junto con sus hijos Arath, Emmanuel y Bryan, posaron para la cámara de Menzel componiendo un retrato familiar que incluía todos los alimentos que consumirían durante la semana. Es extraño pensarlo así, pero en el curso de algunos días esa comida que ocupa una parte tan importante de la imagen dejaría de existir y sería sustituida por un lote nuevo de verduras, pan, leche, carne y refrescos.
Somos lo que comemos. Pero la alimentación es un proceso tan automatizado, que basta una imagen para generar nuestro asombro sobre cuál es la materia prima con la que construimos nuestro cuerpo. Lo que comemos en cada país nos hace únicos, somos producto de una tierra y de un clima. No es lo mismo México que Bangladesh o Inglaterra; cada país tiene una forma única de crearse a través de sus alimentos.
Menzel y D’Aluisio no sólo retratan a los Casales, sino que los siguen en todo el proceso de comprar y consumir sus alimentos. No explican demasiado; intentan que las imágenes hablen por sí mismas. Algo queda claro cuando nos enfrentamos con la forma en que nos alimentamos en México: parecemos divididos entre dos formas de nutrirnos, una más natural, que mana de la gran riqueza de nuestra cocina tradicional, y otra más artificial, que surge del desenfrenado consumo de productos procesados que nos venden en los supermercados. Incluso nuestra alimentación nos ubica en el punto de choque de dos mundos que se contraponen, el de la riqueza natural de nuestra tierra y el de la globalización, que intenta mantenernos adictos al azúcar.
Y tú, ¿cuál es la alimentación y el cuerpo que quieres tener?
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