La vida y muerte de una persona también está determinada por el juego de los dioses.
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Los aztecas fueron grandes artistas, creadores de esculturas, pinturas y mosaicos hasta sus sensibles ambiciones poéticas que denominaron “flor y canto”, y fueron metáforas del arte y el simbolismo. Se creía que era la más alta de todas las formas de arte y expresaba la naturaleza transitoria de la vida de la tierra para los aztecas.
El más allá azteca tenía 22 niveles en total con 13 niveles del Cielo y 9 niveles del Inframundo. Para ser asignado a uno de los niveles, los aztecas creían que la forma en que morías te asignaba un nivel. Así que había un destino para los Guerreros que habían muerto sacrificados, para las mujeres que murieron al dar a luz para las personas que murieron por ciertas enfermedades, muertes violentas y otras tantas más complejas.
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Y así como fueron grandes artistas, los aztecas también reverenciaban a la muerte y creían, quizá, que no importaba el modo de vivir de una persona, en términos de dónde terminaba en la otra vida. Lo que realmente importaba era cómo moría una persona.
De ahí, que se hayan concentrado en los diferentes inframundos o paraísos a los que se podía enviar a una persona, donde esperaría 4 años para reencarnarse.
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En Mictlan, o el inframundo, tenía 13 niveles de cielos donde residían los dioses y donde solo se enviaban ciertas almas. A los bebés que perecieron y a los hombres que esperaban reencarnarse se les permitiría residir en uno de los niveles del cielo hasta que llegara el momento de reencarnar. El Mictlan también incluyó los 9 niveles del inframundo.
Las personas que murieran de manera normal irían al paraíso del Norte donde residirían antes de pasar por las nueve pruebas del inframundo. El alma tendría 4 años para completar las pruebas que incluían un nivel donde serían atravesadas por flechas y un nivel donde serían decapitadas.
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Además, tendrían que enfrentarse a vientos helados o bestias salvajes y pasar montañas. Por lo tanto, era común que los aztecas fueran enterrados con cosas que los ayudarían en su viaje hacia la reencarnación.
Había otros tres paraísos en el inframundo donde se podía enviar un alma. El paraíso de Oriente era el hogar de las almas que habían sido sacrificadas a los dioses o habían muerto en combate. Estas almas regresarían a la Tierra como colibríes o mariposas después de cuatro años.
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El paraíso de Occidente era el lugar para las almas de las mujeres que habían muerto al dar a luz. Según algunos mitos, estas mujeres volverían a la tierra como fantasmas. El paraíso final era el del Sur y estaba reservado para los que se ahogaban, eran alcanzados por un rayo o morían de enfermedades asociadas con el dios del agua y la lluvia.
A diferencia de los de arriba que fueron al paraíso, las personas que murieron de vejez, enfermedades o una muerte anodina se ubicaron en Mictlan, el inframundo azteca. Estas personas deben viajar a través de múltiples terrenos diferentes y difíciles y pasar por muchas pruebas para ascender al noveno nivel de Mictlan.
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