La fiesta más exclusiva de la Ciudad de México en 1840

El baile en honor a la Reina Victoria en México.

Autor: Nuevo Adicto

 

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El 25 de mayo de 1840, en la Ciudad de México, se celebró uno de los eventos sociales más exclusivos, refinados y elegantes que ha visto la ciudad, el Baile en honor a la Reina Victoria organizado por el ministro plenipotenciario de Inglaterra en México, el distinguido Richar Pakenham.

 

 

El gran evento fue celebrado en el Palacio de Minería. El espacio fue ocupado por la crema y nata de la aristocracia mexicana y diplomáticos de otros países, entres quien destacó el ministro de España, Ángel Calderón de la Barca y su esposa Frances Erskine Inglis, mejor conocida como Madame Calderón de la Barca.

 

 

De los invitados podemos comentar que el primero en llegar al baile fue el presidente de la Nación junto a su cuerpo diplomático, quienes portaban uniforme de gala. Las invitadas que más resaltaron fueron las pertenecientes a la aristocracia mexicana, pues, portaban grandes diamantes, perlas y extravagantes vestidos que, dicho por Madame Calderón, estaban muy recargados y pasados de moda.

 

 

Por ejemplo, la Marquesa de Vivanco ostentaba un enorme collar de brillantes, otra invitada iba con un vestido de blonda con plumas de avestruz y en cada pluma estaba prendido un diamante. Es de destacar que las muchachas que se robaron la noche por ser las más bonitas y con mejor gusto fueron las Escandón.

El Palacio de Minería fue iluminado con candilejas de colores que colgaban de cada columna, en el piso principal se encontraba el salón de baile, donde había sillas reservadas para el presidente, los miembros de su gabinete y las acompañantes de los diplomáticos. Además del salón de baile principal, había otros salones en los que se encontraban los invitados menos importantes.

 

 

El recibimiento al baile tuvo como música de fondo los acordes de God Save the Queen, ya en el salón principal, el presidente de la nación dio un breve discurso y brindó por la salud de la Reina Victoria, dando inicio al magno evento que, pasadas las horas y con una excelente música, se convirtió en una de las fiestas más lujosas y exclusivas de la capital.

 

Fuente: Campos, Marco Antonio, Fue en Aquella Ciudad de México. Episodios y Crónicas del Siglo XIX, México, UNAM, 2011, pp. 410.