Claudio Pellandini, el vitralista que decoró los más bellos edificios de México

Foto destacada: @VisitaPuebla

Aunque el vitral existía en México, Claudio Pellandini lo llevó a la cima.

 

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Aunque se sabe poco de este personaje, o al menos se sabe poco con certeza, se dice que en 1893 Claudio Pellandini estableció su negocio en la avenida San Francisco número 10 y que en 1895 inauguró un enorme taller para hacer vitrales y marcos rococós, parece que primero en Guadalajar y más tarde en Ciudad de México… aunque existen muchos vacíos en la historia, se concuerda que Pellandini creó vitrales en Palacio Nacional, el Castillo de Chapultepec y en el domo del Centro Mercantil (Gran Hotel de la ciudad de México) y otros que subsisten en Puebla y Toluca.

 

 

Aunque el vitral es una técnica medieval en Europa y el resto del mundo, en el México del siglo XIX era un técnica nueva que Claudio Pellandini, de origen italo-suizo, trajo al país al abrir un establecimiento donde comercializaba marcos, cristales para espejos y grabados artísticos, pero con el paso del tiempo amplió su catálogo para ofrecer papel tapiz importado, herramientas para pintores, molduras y más.

 

 

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Pellandini logró comercializar artículos originales y deseados entre la aristocracia mexicana. Entre los materiales que ofrecía se encontraba el vidrio Saint-Gobain, importado desde Francia y los espejos venecianos. La técnica era tan novedosa, elegante y “afrancesada” que pronto comenzó a decorar salones, palacios de gobierno, hospitales y casas de las familias más importantes del país.

Tenía una fábrica de 12 mil metros cuadrados donde desarrolló técnicas artísticas/decorativas como la producción y reproducción de esculturas de mármol, bronce y terracota, acuarelas de artistas famosos, y grabados y fotografías de alta calidad, usando maquinaria importada de Europa y Estados Unidos.

 

 

En su taller empleó a 200 personas y tuvo 27 máquinas (francesas y americanas) para biselar, grabar y pulir los cristales. La calidad del trabajo de Pellandini estuvo a la altura del arte europeo siendo que su legado se puede ver en los vitrales el Palacio Municipal de Puebla y Nuevo León, el Palacio Postal, entre muchos otros.

Claudio Pellandini fue el artista que dejó una huella histórica en México. Su fábrica y empresa enlistaba vidrios, cristales y lunas; tragaluces, vidrieras artísticas o marquesinas; obras de arte, estampas o grabados; espejos, jardineras, material artístico, vitrinas o muebles para exhibición, papel tapiz, marcos florentinos o pintura en porcelana.

 

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Esta fábrica sobrevivió la Revolución, pero como sus principales compradores fueron las familias ricas mexicanas, y justo la Revolución atacó a esta población; no se sabe qué pasó con la fábrica ni el legado de Pellandini. De hecho, no hay ninguna documentación que nos diga qué pasó con la familia después de la segunda mitad del siglo XX.

 

 

El personaje Claudio Pellandini tiene poca relevancia en la historia de los vitrales en el país, a pesar de que este comerciante y artista consolidó la producción de obras artísticas y artesanales en las manos de talento mexicano, haciéndolo valioso y reconocido en varios países del mundo.