¿Qué papel jugó México en la Guerra Fría y Revolución Social del 1968?

Foto destacada: WikiMéxico

Para México la guerra fría fue una difícil decisión entre dos bandos lejanos.

 

. . .

 

Después de la Segunda Guerra Mundial, al mundo le sobrevino la Guerra Fría: bipolaridad establecida y aplicada por Estados Unidos y la Unión Soviética que participaron en una lucha global por “el alma de la humanidad”. Para Estados Unidos, la ruta del progreso pasaba por la modernización a través del capitalismo democrático. Para la Unión Soviética en mejoras en la calidad material de vida de los pobres del mundo a través del sistema comunista. Una misma agenda con ideologías diametralmente opuestas… ¿qué fue del resto del mundo, en particular de México?

Para EU, la Guerra Fría fue una lucha contra el comunismo a quien consideraban una “fuerza maligna en el mundo” que debía combatirse con todos los medios ideológicos, militares y financieros disponibles. Los latinoamericanos en general, y los mexicanos en particular,  tenían una visión menos crítica del comunismo y era menos probable que asociaran todo lo comunista con la Unión Soviética.

 

La Vanguardia

 

Los mexicanos vieron la Guerra Fría como un ejemplo de agresión por parte de estados imperialistas cuyo poder financiero y militar les permitió dominar los países menos desarrollados. En la década de 1960 México comenzó a plantear la Guerra Fría no como una contienda entre comunismo y capitalismo, sino como una contienda entre las naciones dominantes internacionalmente y las dominadas, bien a sus combatientes y sus batallas a través del lente de su propia Revolución.

Esa Revolución, encarnada en la década de 1960 por su institucionalización del Partido Revolucionario Institucional, PRI) y el nacionalismo revolucionario, era una lucha continua entre el gobierno y las clases populares y sus defensores por el control de la agenda nacional.

 

BBC

 

En el México de 1968, el comunismo ocupó un lugar destacado en la lucha entre la juventud mexicana y su gobierno. Además, la retórica anticomunista de EU no logró el efecto deseado en México y las posiciones procomunistas resonaron en toda América Latina por razones que poco tenían que ver con la Guerra Fría y mucho que ver con las circunstancias regionales.

El presidente Díaz Ordaz y la juventud de México estaban enzarzados en un conflicto para determinar el significado de esa revolución y el carácter de la agenda nacional para el futuro, la Guerra Fría fue el escenario en el que libraron esta batalla. Tres factores contribuyeron a la centralidad de la Guerra Fría en México de 1968: la yuxtaposición de la postura anticomunista agresiva de los EU con la comprensión más tolerante y fluida del comunismo en México hizo que identificar a los comunistas fuera una medida políticamente conveniente.

 

 

Barriozona Magazine

 

Díaz Ordaz buscaba desacreditar al movimiento estudiantil en 1968, al etiquetarlos como comunistas y plantear el espectro de una amenaza comunista a la estabilidad de México parecía una forma probable de ganar el apoyo de EU, otros miembros de la comunidad internacional y ciertos sectores de la población mexicana para reprimir a los estudiantes.

Pero la etiqueta comunista no produjo los resultados deseados. Pocos, tanto en el país como en el extranjero, se tomaron la amenaza en serio como para actuar en consecuencia. Al final resultó que, Díaz Ordaz tenía razón sobre el contexto global, pero se equivocaba al asumir que este contexto podría superar el texto local que rechazaba su noción de control comunista del movimiento estudiantil.

 

Barriozona Magazine

 

El segundo factor, “la politización e internacionalización de la vida cotidiana” atrajo gente a los debates dando paso a una multiplicidad de voces y puntos de vista provenientes del Tercer Mundo que exigían reconocimiento. En 1968 México, la prensa jugó un papel integral en esta “politización e internacionalización” en todo el panorama político mexicano, sobre todo en temas relacionados con el movimiento estudiantil. La prensa, particularmente la de izquierda, enmarcaba habitualmente la rebelión estudiantil y la política en general dentro del contexto de la Guerra Fría.

El antiamericanismo es el tercer y último factor que evitó que México tomara un partido, ya que antes de 1950 existía un gran descontento social con el vecino del norte. Cuando los estudiantes marcharon por las calles portando carteles del Che Guevara o coreando Ho-Ho-Ho-Chi-Minh, lo suyo no fue solo una muestra de solidaridad con los pueblos de Cuba y Vietnam, sino más bien una declaración de apoyo a la revolución, independencia y antiimperialismo.

 

Naiz

 

Esto tampoco representó la aceptación del comunismo soviético, cubano o del sudeste asiático, sino la aceptación del nacionalismo económico y la soberanía nacional del Tercer Mundo. Estas narrativas mexicanas de la Guerra Fría incluyeron una posición sobre el comunismo que evolucionó a lo largo de la década, desde principios de los sesenta cuando ser etiquetado como comunista era un lastre político, hasta finales de los sesenta, cuando fracasaron los intentos gubernamentales de etiquetar de manera similar al movimiento estudiantil.

Las ideologías revolucionarias domésticas se convirtieron en lentes a través de los cuales se filtraron los problemas y eventos de la Guerra Fría. Más importante aún, se convirtieron en escenarios en los que los nacionalistas mexicanos y los defensores de la revolución institucionalizada pudieron demostrar su valía.

 

BBC

 

Claro que estos puntos sirven como puntos de partida para otras perspectivas.  Pero debido al espacio que tenemos aquí, solo es posible dar un sesgo veloz para tratar de comprender un gran suceso histórico.