El amor de las luciérnagas (premio nacional de dramaturgia, Mexicalli, 2011), es una obra sobre los lugares distantes a los que debemos ir para encontrar, a través de distintas voces, una sola voz: la nuestra, que muchas veces se pierde en el instante en que comenzamos a buscarla. Es decir, para encontrarnos es necesario des-encontranos y así hallar cuál es ese elemento perdido que una vez nos hizo buscarnos.
Una comedia inscrita en el realismo mágico. El amor de las luciérnagas es también una obra sobre el primer amor y las amistades incondicionales, sobre el alter ego y su constante aparición. En esta realización el director Alejandro Ricaño, nos narra la búsqueda de una escritora (María) quien decide luego de una decepción amorosa irse al sitio del mundo que a ella le parecía el final de la tierra: Noruega. Aquí comprará una máquina de escribir (mística y un tanto mágica) con la que creará una fascinante historia que le dará vida a un personaje; su alter ego, ella misma. En la narración, María le pide a su personaje que se haga cargo de su vida y al regresar a México descubrirá que su historia se ha vuelto real, otra María ha usurpado su vida.
María es interpretada por tres actrices (Sonia Franco, Ana Zavala, Sofía Sylwin) quienes personifican a variaciones de ella misma que la acompañan durante toda la obra por este viaje de iniciación y búsqueda hacia Guatemala, viaje donde se enfrentará a ella misma acompañada de fantásticas luciérnagas.
Una alegoría que nos hace recordar Sorgo Rojo de Mo Yan, novela en la que el autor logra terminar cada una de las páginas de su novela haciendo referencia en todo momento al símbolo del “sorgo rojo” que rodea a los personajes de su trama, sirviéndose una y otra vez de majestuosos recursos lingüísticos y poéticos para complementar su historia. En el amor de las luciérnagas ese recurso de utilizar una misma imagen (en este caso luciérnagas) para integrar un símbolo que haga resaltar la unidad en el texto, es presentado en lugares más ordinarios: amor, viaje, búsqueda, amistad, pasado, y a pesar de los brillantes momentos de comicidad que los personajes tienen, resultan predecibles para el espectador que una y otra vez verá la misma palabra –luciérnagas– como metáfora y como fin. La riqueza actoral, la personalidad y fuerza aminoran este efecto que en ciertas ocasiones hace parecer la obra un poco acartonada, como si fuera parte de una formula bien estudiada por su autor.
A pesar de esos pequeños detalles podemos destacar que Alejandro Ricaño, el director y escritor de esta obra, no es un improvisado, es en realidad una de las promesas jóvenes del teatro nacional (Veracruz 1983), el cual ya ha ganado el premio nacional Emilio Carballido (con tan sólo 25 años) con la obra Más pequeños que el Guggenheim y además el premio nacional de Dramaturgia, Victor Hugo Rascón Banda, por la obra Fractales.
El amor de las luciérnagas se presentará hasta el próximo 28 de Junio en el teatro Julio Prieto.
*Dirección: Av. Xola 800 esquina Nicólas San Juan.
*Funciones: Jueves y viernes a las 20:00 hrs./ Sábado 19 y 21:00 hrs./ Domingo 18:00 hrs.
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