Si tuviéramos que hablar acerca de la perfecta fusión entre comodidad y estilo, tenemos que voltear a ver a los cuatro hoteles del Camino Real en la ciudad de México. Se trata de un hotel que busca, a través de un estilo oneroso, la tradición de lo mexicano en una de sus expresiones máximas de la elegancia.
El término de Camino Real surge con el nombre que los españoles del siglo XVI dieron al trayecto que conducía a la capital de la Nueva España –actualmente, ciudad de México–. Por lo que el Banco Nacional de México, fundador de esta cadena hotelera en 1960, decide representar a la industria mexicana con un nombre que se convirtió en la quintaesencia de la mexicaneidad a través de sus colores, diseños e inclusive servicios.
Entrar a cualquiera de estos hoteles, ubicados en Polanco, Santa Fé, San Jerónimo y cerca del aeropuerto, es adentrar a un verdadero refugio de la vida citadina. Gracias a los sólidos muros y colores llamativos que el mitológico arquitecto Legorreta se encargó de instaurar, la estadía en este hotel perpetua una conexión con ese otro lado de lo mexicano capitalino, entre las raíces tradicionales y la pasividad de la elegancia.
Arte, antigüedades, jardines, piscinas, fuentes y patios, son sólo algunos de los elementos que convierten a este proyecto mexicano en una atracción turística o terapéutica:
Cada propiedad es única, los visitantes vivirán el confort de una playa, el misticismo de un antiguo convento, la cercanía de un sitio arqueológico o el esplendor de un moderno edificio, todas ellas ostentando el sello de excelencia y belleza incomparable.
Sin embargo, para poder reservar una habitación en alguno de estos hoteles es indispensable contar con una facilidad económica que permita costear alrededor de 3,000 pesos la noche; lo cual no asegura encontrarse con detalles de descuido tanto en áreas comunes o habitaciones mismas.
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