El juguete es como un signo. Con un significado cultural que instaura sentido, configura la cultura y las relaciones comunicativas. Según Roland Barthes, el juguete constituye una reproducción reducida de objetos en un microcosmos adulto. Se encuentra por donde vayas siempre agridulce y sincero.
El ingenio del juguete mexicano
Las técnicas para su fabricación dependen de las necesidades específicas de lo que se elabore, además en ellos se manifiesta el conocimiento ancestral heredado de padres a hijos. Los artesanos utilizan barro, cartón, papel, fibras vegetales, madera, laca, plomo, pepita, chicle, azúcar, hojalata, etcétera.
Entre los centros productores que tienen aún mucha demanda de juguetes tradicionales están Puebla, Michoacán, el Estado de México, Oaxaca, Guerrero y Guanajuato. Hay lugares en México donde el juguete depende de la época del año, mientras otros juguetes forman parte de lo cotidiano.
Se pueden ver en los puestos los huevos rellenos de confeti o de harina, los sombreros, rehiletes, aviones. En época de Posadas, piñatas, silbatos, también hay juguetes especiales para día de Santos Inocentes, Día de los Santos Reyes Magos —donde Melchor, Gaspar y Baltasar traen juguetes a los niños— por no mencionar los carnavales y fiestas de los santos de cada región.
Tanto niños como de adultos jugamos en serio
En el de la lotería, que es un juego de cartas, en las que el “gritón” anuncia los personajes, objetos o animales, aparece una singular relación entre discurso y juego: “No te arrugues cuero viejo, que te quiero pa’ tambor” (el tambor) ; “La escalera se te quiebre y caigas de arriba abajo, enrollando tu petate y comiendo tu tasajo” (la escalera); “El que a buen árbol se arrima buena sombra le cobija” (el árbol); “El que se comió el azúcar” ( el negrito).
Los textos desmontan una acción comunicativa y simbólica que desentraña e integra un discurso visual, y que posee una intención del emisor, es preciso entender las imágenes y los objetos como textos visuales dentro de un proceso comunicativo, todo. Roland Barthes cree que el objeto es el mejor mensajero de lo sobrenatural, que transforma vida en materia —de niños como de adultos, jugamos en serio—el juguete es un objeto que pertenece al orden de lo maravilloso y mágico. El juguete es un signo.
Lenguaje, identidad y pasado cultural fraguado en la imaginación
En la época prehispánica se jugaba con figuras de cerámica, en forma de perros o animales, o con sonajas, silbatos o muñecas como las que todavía se ven en puestos de artesanías. Algunos juguetes incluso fueron utilizados también como objetos funerarios.
En la Nueva España los juguetes eran tradicionalmente de madera, de marfil, de hueso, y eran de origen europeo o asiático. En la época colonial los frailes dieron a conocer a los pueblos indígenas juguetes que tenían que ver con las festividades como las de Semana Santa, matracas, silbatos, tambores, sonajas de hojalata. También el sábado de gloria tanto niños como adultos disfrutan la quema de los “judas” (figuras hechas de cartón, que posteriormente se “queman” en un afán simbólico.
En el siglo XIX los niños mexicanos jugaban con muñecos de diferentes materiales, juegues de té, caballos de madera, figuras humana o animales. En los mercados es vendían (y se venden aún), trenecitos de madera, cartón o lámina, boxeadores, serpientes.
Las técnicas para su fabricación dependen de las necesidades específicas del objeto que se elabora, además en ellos se manifiesta el conocimiento ancestral heredado de padres a hijos. Los artesanos utilizan barro, cartón, papel, fibras vegetales, madera, laca, plomo, pepita, chicle, azúcar, hojalata, etc.
El balanceo del trompo, la muñeca de trapo, el tren de hojalata, el dominar un balero o las canicas, máscaras, alcancías, instrumentos musicales, papalotes, el caballito de madera, el yo-yo, la lotería, marionetas, matracas, piñatas, silbatos, sonajas, tablitas, viboritas, carritos de madera, matatenas, pirinolas, todos ellos son piezas del arte popular, forman parte innegable de nuestra identidad y de la tradición mexicana que afortunadamente se niega a desaparecer.
Además que trasciende la esfera de lo lúdico y lo estético en la producción de significado. Yo jugaba al yo-yo, por ejemplo, al trompo, o con carritos de madera, ajedrez, damas chinas, lotería, serpientes y escaleras o simplemente a las canicas.
Aparato mediador entre el hombre y el mundo
La misión era incrementar el número de canicas conformadas por agüitas (canicas cristalinas), pericos, (canicas con coloración similar a la gelatina y la leche de sabor), otras que parecían como un universo, o las de un solo color, negro o blanco, además había quien usaba tramposamente un balín y podría con un solo tiro destruir cualquiera, menos una bombocha (canica grande). Todo aquello parecía una constelación entre la tierra donde se hacía un clásico ‘hoyito’, o se dibujaba con una corcholata o una piedra, un rombo, o un círculo, o un cuadrado. El objetivo es sacar las canicas de la figura de vértices.
También existen expresiones como ‘ahogado vuelvo’, donde se puede volver a tirar, una vez solamente en el juego, o especificaciones para el ‘tiro’ (lanzamiento de canicas), desde arriba o detrás de una raya, así como la instrucción conocida como ‘chiras pelas’ (‘… sin tus muertos’) que corresponde al final de la contienda, o como decimos coloquialmente ‘bailó las calmadas’, ‘perdió’; como podría corroborarlo cualquier exniño de MXCity.
Tomemos como objeto significante una muñeca de trapo: la tradicional muñeca de ojos negros, grandes y redondos. Es un signo que está en lugar de una niña. El tren de hojalata se encuentra sustituyendo al transporte, la lotería es un juego de azar en el que los giros del lenguaje y el significado de las imágenes de animales, plantas, frutas, objetos, conceptos, instrumentos musicales, comportamientos connotan una gran riqueza iconográfica, anclada en la tradición mexicana, por muchos considerada bizarra.
Como quiera que sea, los juguetes nos instauran en una atmósfera llena de sentido, reconstruyen capas de la cultura, restauran los recuerdos y tienden a la simbolización, nos dotan de un rol en la sociedad, de maneras de ser, de simbolismos, de religiosidad, de rol de género, y nos aproximan a las convenciones, y tradiciones, además que nos dotan de identidad.
El juguete es un producto automático, inconsciente, a veces prohibido, que no necesita un aprendizaje pero que lo fomenta de muchas formas. El juguete es imaginación palpable, por colorido, evocador de raíces, costumbres e idiosincrasia, parecen a veces confeccionados con azar y vértigo o como extraídos de los sueños.
Twitter del autor: @SamZarazua
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