Descubre la historia de la casa que hoy alberga la Casa Universitaria del Libro.
Entrado el siglo XX, dio comienzo un cambio en la fisonomía de la Ciudad de México. Durante este periodo, al cual se le llamó “paz porfiriana”, se extendieron las zonas habitacionales con nuevos fraccionamientos a los alrededores del Bosque de Chapultepec. Uno de estos espacios fue la colonia Roma.
Sin duda los movimientos que surgieron con motivo de la Revolución modificaron los esquemas prestablecidos no sólo en materia política, sino también en la estructura social del país. En 1910, las construcciones de la colonia se vieron afectadas. Los terrenos que estaban destinados para la aristocracia tuvieron que esperar para ser edificaciones. Por este motivo, la casa en la calle Orizaba 24 dio inicio a su proceso de construcción años después.
El predio pertenecía a don Joaquín Baranda MacGregor y a su esposa Dolores Luján Zuloaga. Existen datos de planos de cimentación trazados por Ing. M. Rebolledo, y otros del Arq. Manuel Gorozpe cuya fecha data de febrero y marzo de 1920. Esta información es lo que constata que la construcción comenzó en ese año, aunque no se concluiría hasta 1925.
La residencia era espectacular. Se componía de tres niveles de ecléctico diseño, el cual encontró inspiración en los bocetos iniciales de la propuesta para el Palacio Municipal del Distrito Federal. La fachada se elaboró con piedra blanca proveniente de Pachuca. Es importante mencionar que con el paso del tiempo ésta ha adoptado un color dorado.
Se reconoce a la casa como un hito en la evolución arquitectónica del país, pues el diseño de Gorozpe incluía innovaciones tecnológicas como un elevador. Además, en el interior, existían varios clósets, lo cual causó furor en una época donde el armario era el mueble predominante cuando de alojamiento de prendas se trataba.
El mármol, los tapices, la yesería, los vitrales, el jardín y el vestíbulo eran sólo algunos de los detalles de la residencia que destacaron de las demás casas de aquella época.
Expropiaciones y enfermedades atacaron a la familia, por lo que la casa tuvo que ser rentada para 1940. La Embajada de Brasil encontró hogar en la imponente residencia. Y cabe mencionar, que fue en ese tiempo que la “Plaza Roma” cambió su nombre a “Plaza Río de Janeiro”.
En 1945 el Centro Asturiano en México adquiere la casona (como ellos le llamaban). Las habitaciones fueron transformadas en salas de billar, boliche y baile. No fue hasta 1986 que el recinto les pareció de insuficientes dimensiones y el predio fue otorgado a la Universidad Nacional Autónoma de México con el objetivo de crear una institución que impulsara la cultura en el país.
Ahora, la hermosa casa es el lugar que alberga la Casa Universitaria del Libro, un espacio cultural que se dedica a la promoción y el desarrollo cultural. El trabajo que la universidad lleva a cabo en carácter editorial es uno de los más importantes a nivel nacional e internacional. Es aquí donde se encuentran los que aman, viven, preservan y difunden la cultura del libro. Este Día Mundial del Libro, ¡visita la Casa Universitaria del Libro!
Fuente: Grandes casas de México.
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