Imagen principal: e-veracruz.mx
En su camino a EEUU, migrantes latinoamericanos recorren a México en las rutas más peligrosas del mundo. Ya sea a través de balsas que bordean la costa del océano Pacífico, a pie por brechas entre cerros y caminatas de más de 100 kilómetros; escondidos en camiones de carga, taxis, autobuses de pasajeros o trenes, estos personajes retan a la muerte en su anhelo de alcanzar el Sueño americano.
El endurecimiento de la vigilancia por parte del gobierno mexicano y estadounidense, ha provocado que los migrantes busquen otras rutas, algunas en desuso, cada vez más riesgosas. Por ejemplo, entre las organizaciones civiles y albergues que operan en el sur de México detectaron que los coyotes –o polleros– han comenzado a usar pequeñas balsas para bordear las costas chiapanecas. Según la BBC Mundo:
Algunas zarpan del puerto de Ocós en el Departamento de San Marcos, Guatemala, y realizan escalas en pueblos costeros de los municipios de Mazatán, Acapetahua y Tonalá, Chiapas, ya en México. De allí siguen por el Golfo de Tehuantepec, sin alejarse mucho de la costa, hasta el puerto de Salina Cruz, en Oaxaca. Otra ruta parte de Mazatán y de allí recorre el mar o canales intercosteros, con escalas en pueblos de Acapetahua y Tonalá hasta Salina Cruz. A veces se detienen en playas del municipio de San Francisco Ixhuatán, Oaxaca. De Salina Cruz los migrantes se dirigen a Ixtepec, también en Oaxaca, por donde pasa el ferrocarril que va hacia Veracruz, al este del país, y de allí siguen el viaje por tren o autobuses hasta Tamaulipas, en el noreste y frontera con Texas, Estados Unidos.
Otra ruta inicia en la ciudad de México y cruza los estados del centro del país, siguiendo por Jalisco, Sinaloa y Sonora hasta Mexicali. Pese a que se trata de un camino viejo, en donde varios centroamericanos se enfrentan a una serie abusos, violaciones, robos y secuestros; principalmente en Escuinapa y Los Mochis, en Sinaloa.
Y es que, además de sufrir de fatiga, insolación, frío extremo, tortura y otros tipos de abusos, estas personas –que huyen de la pobreza extrema en sus países de origen– pasan a veces hasta días sin comer ni dormir. Bastó que algunos mexicanos tomaran consciencia de este fenómeno para ejercer un cambio.
En su documental Los invisibles, el actor y productor Gael García Bernal describió: “[…] un día se dieron, los mexicanos se dieron cuenta de las terribles condiciones en que los migrantes hacen su viaje, pero también se dieron cuenta que podían ayudar a sus hermanos centroamericanos dándoles lo mejor que se puede otorgar en la vida: la esperanza.”
El ejemplo más latente de los mexicanos que ayudan a sus hermanos centroamericanos, es el de Las Patronas. En México, una patrona es una mujer con autoridad, la que cuida de las personas vulnerables. Ese es el apodo de Norma Romera y otras mujeres que dan de comer a los migrantes, y se reconfortan al ver sus sonrisas de tranquilidad.
No todo es miel sobre hojuelas, el trabajo es cansado pues las Patronas alimentan cada año a más de 100 000 personas sin documentos que pasan por México. Estos alimentos llegan, en su mayoría, a través de donaciones de organizaciones civiles, universidades y comercios locales. De acuerdo con datos de La Jornada:
En las escuelas vecinas, por ejemplo, realizan colectas de envases vacíos de PET que las mujeres llenan de agua. Una cadena comercial les regala el pan que no puede vender en sus vitrinas, y la iglesia católica de Córdoba, la ciudad más cercana a su comunidad rural, ha destinado un día semanal para colectar ayuda para los migrantes que ayuda el grupo.
No siempre fue así. Al principio, en 1997, la familia de Norma Romero compraba el arroz y frijoles que regalaban en las vías.
Las Patronas han alimentado a quienes pueden, pero a veces la ayuda no basta. Hay ocasiones que en un sólo tren llegan hasta 600 personas, “y no les podemos dar a todos”. Algunos de ellos son muchachos golpeados o heridos; son sobrevivientes de secuestros por bandas controladas por cárteles de narcotráficos. Otros, sin conocer realmente su número, no llegan a este destino.
Si quieres conocer más al respecto de las Patronas, te compartimos el siguiente documental, Tierra de Nadie, en el que se habla, a profundidad, sobre su increíble y filantrópico trabajo:
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