El edificio La Nacional fue, durante un corto periodo de tiempo, el edificio más alto de la ciudad.
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En el centro de la Ciudad de México, sobre la avenida Juárez, se encuentra el edificio de La Nacional. A simple vista, es un edificio que podría pasar desapercibido por su fuerte contraste al ubicarse junto al Palacio de Bellas Artes y la Torre Latinoamericana, pero un tiempo anterior a estas construcciones, este edificio fue un proyecto emblemático de la ciudad.
Durante el siglo XX, después de la Revolución, empieza a surgir en México la inquietud por reinterpretar las grandes ideas y tecnologías que llegaban de influencias modernistas de otras ciudades del mundo. Esta interpretación de modernidad de las ciudades se empieza a ver traducida en sus construcciones verticales con edificios de grandes alturas que comienzan a levantarse en los centros de las ciudades como símbolo de crecimiento y alta tecnología en una nueva era.
Inspirado en los grandes rascacielos de las ciudades estadounidenses, el arquitecto Manuel Ortiz Monasterio realiza en la Ciudad de México, de 1929 a 1932, el edificio para las oficinas de la compañía de seguros La Nacional. La idea era realizar el primer rascacielos mexicano, un edificio que rebasaría los 50 metros de altura, algo nunca antes realizado en la ciudad, por lo que traería un importante reto como consecuencia.
El reto principal del proyecto fue la cimentación sobre el suelo lacustre y de alto riesgo sísmico de la zona centro de la ciudad. La solución fue utilizar alrededor de 100 pilotes de concreto para llegar lo más profundo posible donde hubiera suelo más estable, convirtiéndolo en el primer edificio en México en utilizar estructuras de acero con colados en concreto, y por lo tanto una de las primeras manifestaciones de arquitectura funcionalista en el país en donde la forma se adhiere a la solución estructural.
Además de los materiales de construcción como parte de la influencia modernista, se pueden apreciar en el proyecto algunos detalles de Art Decó como la forma simétrica escalonada, las tonalidades en negro y colores neutros y elementos compositivos como la tipografía utilizada en la fachada. El edificio se levanta sobre un basamento negro en planta baja que resalta con el color neutro del resto del proyecto para dar lugar al acceso principal que se enmarca con un portón en forma de arco.
Aunque fue el edificio más alto durante corto tiempo, este proyecto marcó un importante avance en la construcción en México ya que su estructura se hizo con tal precisión que ha logrado sobrevivir más de 80 años a las condiciones del suelo y desastres sísmicos que han ocurrido en la ciudad, sirviendo como referencia para la construcción de los siguientes rascacielos.
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