La historia de un género musical que causó furor en nuestro país.
A finales de la década de los cincuenta y con el gran impulso de la televisión, la radio y los reproductores de discos, llega a México el rock and roll, influenciado principalmente por músicos estadounidenses como Elvis Presley y Bill Halley and his comets.
Rápidamente este nuevo ritmo causó furor entre los jóvenes y algunas orquestas como la de Juan García Esquivel, comenzaron a incorporar canciones de rock en su repertorio. Para mediados de los años cincuenta, ya no sólo habían orquestas profesionales interpretando estas canciones, sino que empezaron a formarse grupos nacionales como Los Locos del ritmo, Los Teen tops, con Enrique Guzmán y Los rebeldes del rock con su famoso sencillo “Hiedra venenosa” liderados por Johnny Laboriel.
En esta época casi no existía música original, lo que estaba de moda era hacer covers en español de las canciones más famosas. El jailhouse rock convertido en el Rock de la cárcel o Tallahassee lassie en Chica Alborotada causaron frenesí entre los jóvenes mexicanos, que se sentían mucho más cómodos interpretando melodías en su idioma, y por eso, en muchos casos estas piezas resultaron ser más exitosas en nuestro país, que las originales.
Pero, ¿dónde podían escuchar los jóvenes sus canciones favoritas en vivo? Lo más común era en fiestas. De hecho, durante la década de los sesentas en la Ciudad de México se volvieron famosos los denominados “cafés cantantes”, que fueron muy importantes ya que en ellos se dieron a conocer muchos grupos que interpretaban canciones originales.
Los jóvenes que asistían a estos lugares pagaban su entrada, que a veces incluía un refresco o un café, y podían pasar horas viendo a las bandas tocar sus canciones favoritas. Resulta interesante denotar que era impensable que en alguno de estos sitios se vendiera alcohol.
Algunos de los cafés más famosos de la época fueron; el Harlem, el Hula hula, Ruser, Sótano, Pao Pao, La Rana Sabia, A Plein Soleil, la Cigarra, entre otros.
Ya en 1960, el rock se había vuelto un dolor de cabeza para los padres de familia que alegaban que este tipo de música era inmoral y fomentaba la rebeldía. Este género tenía preocupado no sólo a los papás, sino a la mayoría de la población adulta, por lo que la policía dirigida por el entonces regente de la ciudad, Ernesto P. Uruchurtu, se encargó poco a poco de cerrar todos los cafés con constantes redadas, extorsiones a los dueños y maltratos a los músicos.
Uruchurtu, que estuvo al frente del Departamento del entonces llamado Distrito Federal, desde 1952 hasta 1966, se había puesto la tarea de realizar una “cruzada de la decencia teatral” como él mismo la llamaba, que tenía el objetivo de hacer decentes todos los espectáculos que fueran presentados en la ciudad, claramente el rock no entraba en esta categoría. Es irónico porque hoy en día esa música nos parecería por demás decente y hasta por momentos cursi.
Cuando los cafés cantantes cerraron, se termina la primera época del rock en México, un género que luchó para forjarse una identidad propia y que por fin la encontraría en 1971 con el festival de Avándaro.
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