En las mañanas era actriz, en las noches era espía del Tercer Reich.
En 1986, el gobierno de Estados Unidos comenzó a desclasificar una serie de archivos que se habían mantenido ocultos, durante cuarenta años, que revelaban sórdidos detalles del nazismo en la época de la Segunda Guerra Mundial. Entre todas las historias que se encontraron, estaban las de los espías alemanes que en los años treinta y cuarenta, trabajaron en México.
Aunque no hay mucha información de quiénes eran todos estos espías, se sabe que en 1941 llegó a México una actriz despampanante llamada Hilda Krüguer que trabajaba para el Tercer Reich. Su misión, por increíble que fuera, era seducir a los miembros del gabinete del presidente nacionalista Manuel Ávila Camacho, para facilitar el tráfico de petróleo a la caótica Alemania de la Segunda Guerra.
Hilda era una rubia preciosa, de ojos azules y figura voluptuosa, había venido a la Ciudad de México, tras una breve estadía en Hollywood. Cuentan los que conocieron, que desde que apareció, con un vestido entallado y tacones altos, en el elegante hotel Reforma llamó la atención de los funcionarios mexicanos que iban ahí a tomarse sus tragos de la tarde.
Poco a poco la alemana, que había sido amante del millonario Jean Paul Getty, se llevó a muchos políticos a la cama, cada uno de sus amantes le revelaba secretos que terminaban en Berlín, y facilitaba el tránsito clandestino de mercurio mexicano al país europeo.
Quizá su punto más alto fue cuando conoció al carismático Secretario de Gobernación Miguel Alemán, que de inmediato se enamoró de Hilda y le propuso hospedarse en los Washington unos departamentos lujosos ubicados en la colonia Juárez, que quedaban a unas cuadras de su oficina.
En su etapa en la Ciudad de México, la espía alemana se daba repetidas vueltas a la UNAM para tomar clases, y aprender los pormenores de cultura mexicana. Eso le permitió vincularse con las lumbreras intelectuales de la época como Salvador Novo o Alfonso Reyes, y escribir libros feministas sobre Sor Juana y la Malinche.
Además, entre 1942 y 1945, Hilda fue también, con todo y acento alemán, la estrella de muchas películas mexicanas y una amiga cercana de muchos artistas de la época o por lo menos eso demuestran las fotos de la prensa de esa época.
Los días de gloria de Hilda terminaron cuando, Estados Unidos se involucró en la guerra y Manuel Ávila Camacho, por presiones de los aliados, se tuvo que pronunciar en contra de Hitler. Para evitar que la encarcelaran, Miguel Alemán protegió a Hilda, y hasta le arregló un matrimonio para que no corriera la suerte de los otros espías alemanes que inmediatamente eran expulsados.
Hoy se sabe poco de Hilda, su huella en el tiempo desapareció, como el de tantos espías en el mundo, pero aún quedan las escenas de sus películas mexicanas.
Con información del libro: Hilda Krugüer, vida y obra de una espía nazi en México.
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