El consumo de Chapulín podría ayudar a combatir la desnutrición y obesidad de México.
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El chapulín proviene del náhuatl chapōlin, de “rebotar”, y ōlli “hule”, algo así como insecto que brinca como pelota de hule, y es el nombre común de algunos ortópteros nativos de México y Estados Unidos. Pero el chapulín de milpa podría ayudar a combatir la desnutrición y obesidad en México, a reducir el consumo de carne convencional y a bajar la emisión de gases de efecto invernadero generados por las actividades ganaderas.
Desde hace años, el chapulín de Milpa Alta se ha investigado para el consumo humano y René Cerritos Flores, investigador de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, es uno de los especialistas que ha afirmado que este insecto es una fuente de proteína sana, sustentable, barata y no contaminante. Contiene 53.17 % de proteína, 4.13 de grasa, 2.31 de carbohidratos y 19.5 de fibra.
El consumo de chapulín, además, podría ayudar a reducri una de las plagas más devastadoras en el centro y sur de México. Con base en políticas públicas se puede extraer la mitad de los chapulines que infestan las áreas de cultivo, para atacar el problema de injusticia alimentaria. Según el especialista, “La extracción de la mitad de ellos permitiría alcanzar tanto su sustentabilidad como la seguridad alimentaria para generaciones posteriores. Recordemos que en México hay 1.5 millones de niños con desnutrición crónica.”
El chapulín de milpa infesta cerca de un millón de hectáreas. Con la distribución actual, tan sólo de esta especie se podrían extraer de 200 mil a 500 mil toneladas. “En particular, del Valle de Puebla-Tlaxcala, cada año se podrían obtener 50 mil toneladas; es decir, la mitad de los chapulines que infestan sus cultivos. Así, el recurso permanecería a lo largo de los años. De eso se trata la sustentabilidad”, apunta el investigador.
Y ya que México se ha tardado mucho en desarrollar una industria de insectos comestibles, debido a la informalidad de la captura del chapulín de milpa ya que los chapulineros recolectan de entre 10 a 15 kilos clandestinamente de cultivos, sobre todo de alfalfa; sin embargo no deja de ser un riesgo sanitario es que en la colecta vayan chapulines sobrevivientes a los insecticidas que se aplican a las parcelas para controlar la plaga.
Para su formal industrialización y comercialización, es necesario que sea un producto inocuo, esto es, libre de contaminantes, bacterias entéricas y otros componentes que puedan ser dañinos para la salud de las personas. Además de generar políticas de extracción, distribución, venta y consumo del chapulín, mismo que requiere políticas públicas y la participación de un grupo multidisciplinario integrado por ecólogos, nutriólogos, abogados, psicólogos, mercadólogos para ofrecer y dismitificar el producto.
Así pues, el reto de esto es que el chapulín de milpa deje de ser plaga e integrarse a la dieta del mexicano en sustitución de productos cárnicos, pero aún no se ha podido gestionar su aplicación en agrosistemas mexicanos. Esto a pesar de que los estados de Puebla, Tlaxcala, Oaxaca, Hidalgo, de México, Querétaro, Michoacán y Guanajuato lo consideran una plaga, de donde se pueden extraer 350 mil toneladas, con las que se podrían alimentar nueve millones de personas durante un año, con una ración de 25 gramos al día.
Tal cantidad de insectos comestibles ayudaría a aminorar la desnutrición infantil e incluso, con una buena promoción, a sustituir productos elaborados con harinas refinadas y azúcares, como la fructuosa y la sacarosa, cuyo alto consumo es causa de obesidad y sobrepeso.
El investigador Cerritos Flores, está pensando en montar una planta experimental para evaluar la viabilidad y las ventajas de la extracción y comercialización del chapulín de milpa como recurso alimentario. Evalúa también cuál es el tope en el número de insectos que asegura su aprovechamiento y que no dañaría un plantío.
Por otra parte, si se quiere que una vaca produzca (aumente de peso) un kilo de carne, debe comer 13 kilos de alfalfa; en cambio, el chapulín de milpa sólo necesita 1.7 kilos de alfalfa para producir un kilo de biomasa. Y como es sabido, una de las industrias que emite más gases de efecto invernadero es la ganadera ya que millones de cabezas de rumiantes emiten dióxido de carbono (a través de la respiración) y metano (por su sistema digestivo y en el excremento).
A nivel global, más de la mitad de lo que produce la agroindustria del maíz se destina a alimentar reses, que luego nos comemos. Para alimentar 100 cabezas de ganado se necesitan más de 100 toneladas de maíz, en cuya producción también está inmiscuido el petróleo como combustible para que toda la maquinaria relacionada con su producción y transporte funcione. Desgraciadamente, esta propuesta sustentable, barata y sana para el ser humano y el planeta no sólo enfrentará trabas de tipo tecnológico, sino también los intereses de las industrias alimentaria, ganadera y agroquímica, que alimentan a casi toda la población del planeta
Entre los beneficios del chapulín están, un kilo puede tener el doble de proteína que un kilo de carne convencional (res, cerdo y pollo), y su valor proteico es similar al atún u otro pescado. Tiene una gran cantidad de minerales y vitaminas, y es más bajo en grasas que la carne magra. Su exoesqueleto, formado por quitina, funciona como fibra y es benéfico para la microbiota del ser humano.