El futuro de nuestra alimentación se encuentra en el nopal

El nopal es endémico de América y se puede encontrar en todo el continente.

El nopal o opuntia es una planta de la familia de las cactáceas con más de 300 especies nativas del continente americano. El nopal crece de forma silvestre desde el sur de Estados Unidos hasta la Patagonia. Fueron introducidas en Europa por los conquistadores españoles para aprovechar suelos poco productivos del sur de la península ibérica, y de allí pasaron a Italia donde existió una pequeña industria ligada a ellas.

La Opuntia ficus es conocida como xoconostle, nopal o chumbera; sus frutos comestibles son las tunas o higos chumbos, muy populares en México, Chile, Argentina, Perú, Sicilia, en el sur de Italia, las islas Canarias, Andalucía, Extremadura, en el sur de Castilla y el Levante español, donde incluso se hacen productos tales como jugos, dulces o cerveza con sus frutos.

Los nopales son ricos en fibra soluble, posee un efecto de saciedad y de reducción en la absorción de grasa a nivel intestinal, contribuyendo a la disminución de peso. Las fibras vegetales del nopal controlan el exceso de producción de ácido gástrico y protegen la mucosa del estómago e intestinos.

Y como la forma en que nos alimentamos ya no es sostenible, ya que el planeta está llegando a su límite; la agencia de las Naciones Unidas (FAO por sus siglas en inglés) que guía un esfuerzo internacional para poner fin al hambre y prever las crisis alimentarias que puedan venir en el futuro debido al cambio climático, está volteando a ver alimentos que puedan ayudarnos. Uno de los candidatos que tenemos que tomar en cuenta es el nopal.

En México consumimos un promedio de 6.4 kilos anuales por persona, según la ONU, en realidad no es un producto común en otros lugares. Desde 2017 la FAO está realizando un esfuerzo por educar a comunidades afectadas por la sequía del cultivo de este cactus. Esto se debe a que el nopal es de la familia de los cactus, y por ello su cultivo requiere de poca agua, cuya escasez se debe a una de las crisis que se avecinan.

La FAO no es el único que está recomendando el cultivo de nopal, el Foro Mundial para la Naturaleza (WWF) se alió con Knorr para crear una lista de los 50 alimentos del futuro, una serie de cultivos seleccionados debido a su valor nutrimental, accesibilidad, sabor y bajo impacto ambiental.

Para México, seleccionaron 17 cultivos entre los cuales hay verduras como berro, espinaca, nopal, kale y flor de calabaza; tubérculos como jícama y camote; leguminosas como frijoles negros, habas y lentejas y cereales como la quinoa, el amaranto y el arroz salvaje.

Y es que el nopal tiene un poder hipoglucemiante muy recomendable como prevención y tratamiento que disminuye las concentraciones de glucosa en la sangre. Científicos de la UNAM descubrieron que su harina reduce el riesgo a desarrollar ésta enfermedad debido a su contenido de calcio. Las pencas de nopal más grandes y maduros son las que contienen más calcio.

El nopal también tiene altos antioxidantes que ayudan a combatir los radicales libres que envejecen la piel. Ayuda a regenerar las células de la piel para permitir la cicatrización de las heridas. Los aminoácidos y las fibras que contiene el nopal actúan de manera conjunta con efectos antioxidantes y las vitaminas presentes previenen la formación de placas grasosas en las arterias, reduciendo el riesgo de padecer enfermedades del corazón.

Tanto el consumo del nopal como la aplicación de productos tópicos de pencas de nopal, tienen efectos benéficos en heridas e infecciones de la piel. El método de preparación no influye en los beneficios que éste aporta a nuestro organismo, siempre y cuando se consuma en su estado natural y no en pastillas.

Su gran resistencia la convierte en un alimento útil de último recurso y parte integral de los sistemas agrícolas y ganaderos sostenibles. Es por eso que el cultivo del nopal se está extendiendo lentamente en todo el mundo, impulsado por la creciente necesidad de plantas resilientes frente a la sequía, los suelos degradados y las temperaturas más altas. En Brasil más de 500.000 hectáreas de plantaciones de cactus son destinadas al suministro de forraje. La planta también se encuentra en granjas en África del Norte, y en la región de Tigray en Etiopía cuenta con alrededor de 360.000 hectáreas, de las cuales la mitad son cultivadas.