Balché, la bebida ritual maya con sus peculiares modos de creación

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El Balché es otra de las grandes herencias mayas.

 

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Los mayas nos han dejado tantas cosas, una astronomía precisa, el arco maya, técnicas de apicultura, una gastronomía que creció durante el virreinato y una bebida para bajarnos los papadzules, el balché.

En Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán, crece el lonchocarpus longistylus, un árbol de flores moradas que además da vainas, nunca imaginaríamos que en su aprovechamiento del entorno crearan una bebida, el balché, que se hace de la corteza del árbol.  

 

 

¿Cómo se hace el Balché?

 

Vaya que es una bebida artesanal y única, ésta difícilmente se puede replicar fuera del área maya porque se necesita todo el tronco del árbol. Una vez cortadas las ramas y arrancada la corteza, se hace una especie de balsa o jícara gigante con el tronco.

Como la corteza del balché tiene una levadura natural se hecha en el tronco ahuecado, agua y miel de abeja melipona llenan la balsa que será cubierta con hojas de palma hasta que después de unas 12 horas el líquido quede fermentado, aunque normalmente se deja 24 horas.

 

 

Transcurrido ese tiempo, el balché se saca con jícaras a ollas de barro donde habrá de beberse de inmediato porque no se puede embotellar. Antiguamente y todavía hoy, el balché se sirve sólo en ocasiones especiales al tratarse de una bebida ritual.

 

Balché, bebida ritual

 

El Balché era un alimento que se compartía con los dioses, por lo tanto, se trataba de una bebida ceremonial que se ofrecía en los festejos relacionados con la agricultura durante el mes pax, que es cuando se debe ofrendar para recibir lluvia y abundancia.

 

 

Acán era el dios del balché, no honrarlo estaba fuera de cualquier consideración. Hasta que llegaron los españoles. Con la introducción de la evangelización, los rituales mayas quedaron prohibidos, así como el consumo del balché.

Los mayas argumentaban que el balché además de ritual eliminaba impurezas espirituales y físicas, incluso se hacían enemas con él. Los sacerdotes fueron muy rígidos al respecto lo cual provocó que los mayas huyeran a las cuevas de las montañas a esconder altares y balsas de balché.

 

 

También conocido como pitarrilla, el balché significó una bebida de resistencia cultural, están documentados levantamientos mayas defendiendo sus “huidas a la montaña” donde para el siglo XVIII, irónicamente se adoraba a Dios Padre y Dios Hijo.

Todavía hoy se rocía a las novias con balché para desearles abundancia, los chontales siguen celebrando con la bebida sagrada el inicio y el ciclo agrícola ¡y cuidado! Porque los lacandones dicen que la bebida se amarga si no se respeta la abstinencia sexual y el ayuno.