En la delegación de Tlalpan, cerca de Fuentes Brotantes, tuvo lugar un exorcismo en 1926.
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Durante el siglo XIX, la delegación de Tlalpan fue una de las zonas de la ciudad que fungió como pionera en fábricas de textiles y papel. Tras culminar las batallas de Independencia, varias residencias del barrio se convirtieron en lugares de manufactura, donde habitantes de toda la ciudad iban a laborar. Destaca de estas haciendas una leyenda en particular, que mucho tiene que ver con unos demonios que acosaban a los empleados de una fábrica, La Fama Montañesa. Los vecinos de la unidad habitacional Fuentes Brotantes aún recuerdan la historia del exorcismo que se hizo en 1926. Esta historia es desarrollada a profundidad por el investigador Mario Camarena Ocampo, miembro del INAH y autor del libro “Manantial de historias. El barrio La Famosa Montañesa”. En esta obra, el historiador explica que aquel conjuro se realizó para restituir el orden que había sido dañado por los levantamientos de la Revolución. La leyenda cuenta que en aquella fábrica, se escuchaban ruidos atemorizantes, que lograban espantar a los trabajadores que permanecían en la maquiladora hasta noche. Nadie en Tlalpan gustaba de caminar por esa zona, pues era sabido por los pobladores que además de los gritos, se aparecían espíritus en la fábrica. Luego de tanto pesar, algunos obreros acudieron al seminario del Espíritu Santo, donde le pidieron al padre Antonio Fragoso que les ayudara a establecer paz en la fábrica. Después de escuchar los relatos de los trabajadores, el sacerdote optó por exorcizar el predio. Llevó al lugar a algunos obreros, y les advirtió sobre las posibles manifestaciones demoníacas que conlleva un conjuro. Cuando el padre dio inicio al exorcismo, se escucharon ruidos terribles, como de choques metálicos y arrastre de cadenas. Un fuerte viento se desató en el lugar, el cual apagó las velas que los hombres traían consigo. El sacerdote roció agua bendita y empezó con los rezos. No dejaban de oírse aullidos y relinchos, como en señal de dolor. Finalmente, el padre alzó la voz mientras sostenía la imagen de San Miguel para culminar con el exorcismo. En ese momento se oyeron en unísono todos los ruidos que se habían revelado por separado. Después de una imponente lucha, el padre apabulló a los demonios y se los ruidos se fueron disipando. Un silencio se apoderó del lugar, el cual sirvió de señal para indicar que los demonios habían desaparecido de la fábrica. La Fama Montañosa no tuvo otro problema a partir de aquel momento. Y aunque muchos reconocen este relato como leyenda, hay habitantes de la zona que aseguran lo sucedido. Sin duda las Fuentes Brotantes, además de ser turísticas, albergan una increíble historia.
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