América Mexicana, la historia del antiguo nombre de América del Norte

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se ha burlado de la propuesta del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de rebautizar el Golfo de México como “el Golfo de América”, sugiriendo que Norteamérica debería llamarse “América mexicana”.

Los comentarios de Sheinbaum se produjeron el miércoles después de que Trump diera una rueda de prensa en la que habló de cambiar el nombre de la masa de agua que se extiende desde Florida hasta Cancún, pidió que Canadá se convirtiera en un estado de EE.UU. y se negó a descartar el uso de la fuerza militar o la coerción económica para hacerse con el control de Groenlandia y el Canal de Panamá.

En su rueda de prensa diaria, Sheinbaum se paró ante un mapa de la época colonial de la región, del año 1607, y propuso secamente que Norteamérica pasara a llamarse “América Mexicana”, porque un documento fundacional de 1814 que precedió a la Constitución de México se refería a ella de ese modo. “Suena bien, ¿no?“, dijo de manera sarcástica.

El origen del término de América Mexicana

América Mexicana, nombre que encierra en sí mismo un complejo proceso en el que nuestro país fue conformando su identidad como estado-nación independiente. Puntualmente, el término de América Mexicana fue usado originalmente en mapas de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX. Como nombre oficial, fue empleado por primera vez en la Constitución de Apatzingán, en 1814. No olvidemos que esta primigenia Carta Magna fue redactada, entre otros, por José María Morelos.

Allí, la página que presentaba el documento se intitulaba «Decreto Constitucional para la libertad de la América Mexicana». Esto es importante, porque además de nombrar como americanos septentrionales a los habitantes de la entonces Nueva España, se asocia la palabra mexicano a esa identidad.

La prominencia de este sentir identitario se había expresado desde las plumas de intelectuales que se percibían ya como mexicanos, durante el último tercio de la época colonial. No solo los habitantes de la capital se identificaban bajo este gentilicio, sino gran parte de la población novohispana. Un ejemplo de ello fue Francisco Xavier Clavijero.

También la noción de mexicano como signo de particularidad, había tenido un importante realce en las crónicas del explorador Alexander von Humboldt. Este geógrafo alemán, cuando visitó los territorios que conforman nuestro país en 1803, describió con minuciosidad su historia, su sociedad y su economía, empleando éste nombre.

La conformación histórica y su importancia geográfica

El uso de la nomenclatura mexicanomexicanarefleja el enorme peso que ha tenido la historia de nuestro país en la región. Aún siendo que buena parte del siglo XIX, México se debatió en luchas políticas y sociales en las que también se definió su identidad, es innegable que su construcción había girado alrededor de un patrón cultural que buscaba asociarse histórica y políticamente a lo mexicano, y por ende, a su pasado prehispánico. Ese pretérito era sobre todo, el del poderío que tuvo alguna vez Mexico-Tenochtitlan. Ser mexicano, era ser herederos de los mexicas, de forma extensiva.

El empleo del símbolo fundacional de Mexico-Tenochtitlan como escudo del nuevo estado-nación asoció lo mexicano con aquél pueblo mesoamericano. © Fotografía: Mauricio Marat. Museo Nacional de las Intervenciones. INAH.

Por otro lado, el uso en diversos mapas del nombre Golfo de México (desde 1607) para referir a este cuerpo marítimo del Océano Atlántico, también da cuenta de ese impacto sobre la mentalidad de otras sociedades. La silueta del país, fácilmente identificable en un plano geográfico, era un patrón indispensable en la navegación. Por ello, para orientarse, el nombre aludió al cuerpo territorial más importante en esta región continental, México, en el cual estaba integrados estados que hoy pertenecen a Estados Unidos.


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