El Festival de Pan de Muerto 2025 llega a su quinta edición en el Museo Kaluz. El evento reúne a panaderos y reposteros que honran una de las tradiciones más queridas del país: el pan de muerto.
Durante dos días, el museo se llenará de aromas dulces y del crujir de panes recién horneados, uniendo tradición y creatividad en torno a uno de los símbolos más importantes del Día de Muertos.
¿Qué esperar del Festival de pan de muerto 2025 en Museo Kaluz?
El pan de muerto clásico, cubierto con azúcar, será solo el inicio del recorrido. En el festival también encontrarás propuestas con ajonjolí, rellenos de crema o chocolate, así como versiones artesanales que reinterpretan la receta sin perder su esencia.
Cada bolita, cada tira de masa en forma de hueso, recuerda la visión ancestral de la vida y la muerte en México. Además, panaderos y reposteros compartirán con los asistentes el trasfondo cultural de sus creaciones, demostrando que el pan de muerto no solo se come: también se cuenta y se honra.
El festival tendrá lugar en la cafetería y la terraza del Museo Kaluz, un espacio cultural que ocupa el antiguo Hospicio de Santo Tomás de Villanueva. Su ubicación, en pleno Centro Histórico, lo convierte en un punto de encuentro entre arte, memoria y gastronomía.
Así que quienes visiten el evento podrán no solo probar distintas versiones de pan de muerto, sino también recorrer las exposiciones del museo y redescubrir un edificio lleno de historia.
Fechas, horarios y entradas
Si deseas asistir al Festival de Pan de Muerto 2025 anota estas fechas en tu calendario, pues la cita es el sábado 18 y domingo 19 de octubre, de 10:00 a 18:00 horas, en el Museo Kaluz (Av. Hidalgo 85, Centro Histórico, Ciudad de México). La entrada es gratuita y los panes tendrán costos variables según cada productor.
El ambiente familiar y festivo está garantizado. Ya sea que quieras probar nuevas recetas, llevarte pan a casa o simplemente disfrutar de la atmósfera, este evento es una parada obligada para octubre en la Ciudad de México.
Prepárate para saborear el pan que nos recuerda a quienes ya partieron y, al mismo tiempo, celebra la vida con cada bocado.
