Yotzin: el nuevo hito prehistórico descubierto en Santa Lucía (FOTOS)

Foto cortesía de INAH

Yotzin, que significa “único”, en lengua náhuatl, es el nuevo hito de la arqueología mexicana.

 

El descubrimiento de Yotzin, que significa “único”, en lengua náhuatl, marca un nuevo hito en la arqueología mexicana, que no se había dado desde las décadas de 1940 y 1960, en el mapa de estudios de la evolución humana. Estos restos, se dieron gracias a las exploraciones del yacimiento de Santa Lucía, durante la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).

Se trata de un esqueleto colectado en 80 por ciento de su totalidad y el cráneo semicompleto, cuyas características morfológicas y antropométricas, presumiblemente, corresponden a un individuo de finales del Pleistoceno e inicios del Holoceno, hace 10,000 años antes del presente.

Este esqueleto se descubrió en el sitio denominado M3, cercano al cerro y poblado de Xóloc, a 2 mil 241 metros sobre el nivel del mar; corresponde a un hombre adulto de entre 25 a 30 años de edad al momento de morir, y mide 1.75 metros de estatura. El equipo arqueológico lo halló flexionado, con el tórax destruido y el cráneo roto, a la altura de la nariz y ojo izquierdo. Tiene una coloración negruzca por el sedimento en el que estuvo inmerso.

Huella en los huesos

El antropólogo físico Arturo Talavera González realizó la primera fase de estudio del espécimen en la Sección de Bioarqueología de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, cuyo resultados morfológicos y antropométricos indican que “sus características están más cercanas a los primeros pobladores de América o cazadores-recolectores de finales del Pleistoceno, que a las poblaciones prehispánicas”. Sin embargo, están pendientes los fechamientos de radiocarbono para confirmar la antigüedad de Yotzin.

Luego de las observaciones preliminares, el especialista ha analizado medidas, formas y huellas en el esqueleto, revelando que tiene un cráneo alargado, mandíbula ancha, húmeros y cúbitos redondeados, fémures poco aplanados y aplanamiento transversal de la tibia; esta última, “la platicnemia es característica de los pueblos primitivos cazadores-recolectores y tendió a disminuir con la sedentarización y la agricultura”, explica el arqueólogo.

 Asimismo, el antropólogo encontró marcas de actividad de quien hace mucho ejercicio: por la presión muscular en la línea media del hueso occipital, en las vértebras altas y axis, en ambos húmeros, a la altura de donde se inserta el músculo deltoides; así como en el tercio proximal de cúbitos y radios; además de ver que tenía inserciones musculares en fémures y tibias, relacionadas con la actividad de caminar largas distancias por caminos abruptos.

“‘Yotzin’ es un esqueleto robusto, con mucha masa ósea”, dice Talavera González al destacar la estatura de 1.75 metros, porque la media de los restos prehispánicos, por lo general, es de 1.60 a 1.65 metros.

Llama la atención que el maxilar y la mandíbula tienen desgaste severo, el cual casi llega hasta el cuello de la corona dental, pero sin caries: “‘Yotzin’ no consumía carbohidratos. Los dientes debieron ser usados como herramientas para trabajar pieles o fibras, porque el desgaste es marcado en los primeros molares, derechos e izquierdos, y en los laterales caninos superior e inferior.

“Si un individuo presenta este desgaste y sin caries, es diagnóstico de un precerámico, porque puede ser indicador de que la dentadura le servía como herramienta de corte y triturado; es decir, para ablandar pieles y cortar fibras vegetales”, anota el antropólogo físico.

Otro dato obtenido en la primera fase del estudio es la presencia de patologías en el individuo: migraña, un proceso infeccioso en el oído medio y hueso frontal del cráneo, y periostitis (inflamación del tejido óseo).

Según los estudios preliminares de paleoambiente y estratigrafía, es decir, de las capas del suelo donde se halló ‘Yotzin’, el entierro podría ubicarse entre los registros de los primeros pobladores de la Cuenca de México. En el sitio M3 se registraron cinco capas de tierra, que corresponden a un pantano, donde arqueólogos han descubierto restos paleontológicos del Pleistoceno. “Yotzin” yacía en la parte superior del nivel de pantano, en la capa IV, cerca del contacto con el Gleysol.

De acuerdo con estudios biológicos, la capa donde se halló a “Yotzin” correspondería a un periodo interglaciar, fechado en otro importante yacimiento de la Cuenca de México, nombrado Tlapacoya, entre 20,000 y 13,000 años antes del presente.