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Historias prehispánicas: Tezcatlipoca, “El espejo que humea”

Los antiguos mexicas veneraban a muchos dioses, pero los más significativos eran Quetzalcóatl, Huitzilopochtli y Tezcatlipoca. El último es una deidad que representa el dualismo prehispánico.

 

Tezcatlipoca, “El espejo que humea”, es, probablemente, el dios más complejo y malentendido del panteón mexica. Esta complejidad radica en las múltiples advocaciones que adoptaba y propiedades que ostentaba. Además, representa a la perfección la dualidad de las divinidades prehispánicas: es un dios que regalaba bienes y los quitaba, que era tanto negativo como positivo, caprichoso y voluble.

Era el dios supremo, que estaba en todas partes. Su identidad se asemeja a un caleidoscopio; en la Historia General de las Cosas de la Nueva España se encuentran hasta 360 nombres o maneras de dirigirse a él. En su aspecto oscuro, era el hechicero, el brujo, asociado con la noche y con el jaguar. Por otro lado, su aspecto luminoso lo colocaba como el primogénito de la pareja creadora: Ometecuhtli y Omecíhuatl, “Señor y Señora de nuestra carne”.

De hecho, hay cuatro Tezcatlipocas principales, identificados por sus colores y asimilados a otras deidades. 1) el Tezcatlipoca negro, el verdadero Tezcatlipoca, 2) el Tezcatlipoca rojo o Xipe Tótec, 3) el Tezcatlipoca azul o Huitzilopochtli y 4) el Tezcatlipoca blanco o Quetzalcóatl. Estas divinidades se encuentran en diversos mitos, y nos ayudan a entender mejor la cosmogonía mexica. A continuación, algunos fragmentos de dichos mitos:

 

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Imagen de: Arqueología Mexicana (Códice de Dresde y Códice Borbónico)

 

En la historia de los Cuatro Soles o mundos, Tezcatlipoca regía el primero, 4-Océlotl o Tigre, cuando vivían los gigantes. Pero unos jaguares devoraban a los gigantes y así terminó este sol. Quetzalcóatl presidía el siguiente sol, 4-Ehécatl, que fue destruido por vientos huracanados. Tezcatlipoca y Quetzalcóatl, entonces, tenían aspectos de creadores y colaboradores desde los Cuatro Soles. Aunque no siempre eran amigos, en algunas ocasiones, sin embargo, trabajaban juntos.

Tezcatlipoca y Quetzalcóatl también colaboraban en la reconstrucción de la tierra después del cataclismo que acabó con el Cuarto Sol. Según la Historia de los Mexicanos por sus pinturas (1973: 32), los dos dioses se transformaban en árboles para ayudar a levantar el cielo que se había caído. Como premio, el padre Tonacatecuhtli les hizo Señores del Cielo y de las Estrellas.

 

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Imagen de: Wikimedia Commons (Códice Borgia)

 

En otro mito, que se encuentra en la Histoire du Mechique (1973: 108), estos dos dioses miraban a Tlaltecuhtli, Señor (o Señora) de la Tierra, desde un lugar alto. Tlaltecuhtli era una especie de cocodrilo-monstruo que nadaba en un mar de aguas prístinas. Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se transformaron en serpientes y entre los dos asieron al monstruo y lo rompieron en dos partes. Una parte la subieron al cielo y la otra mitad quedó abajo. Los otros dioses entonces hicieron la tierra de lo que quedó de Tlaltecuhtli: árboles, flores y hierbas de sus cabellos; de su piel la hierba muy menuda y florecillas; de los ojos, pozos y fuentes y pequeñas cuevas; de la boca, ríos y cavernas grandes; de la nariz, valles y montañas.

Sin embargo, su mito más conocido es en el que participa del fin del Quetzalcóatl en Tula, cuando Tezcatlipoca se disfraza como un anciano y le da de beber pulque para emborracharlo. Aquí puedes leer el mito en su totalidad.

 

Tomado de Heyden, Doris “Tezcatlipoca en el mundo náhuatl”, Estudios de cultura náhuatl vol. 19, pp. 83-88.

 

*Imagen destacada de: Wikimedia Commons (Códice Borgia)