Frida Kahlo es desde hace algunos años la artista más cotizada de Latinoamérica –Hace no mucho destacó oficialmente en una subasta en Nueva York donde una de sus pinturas fue vendida por 8 millones de dólares. Mucho se sabe sobre su personalidad, de espíritu folclórico; sobre su diletante amor por la pintura onírica y por su Diego Rivera, sobre los personajes que le rodearon y la pernearon de peculiar surrealismo pero sobre todo, sobre su admirable forma de reflejarse en un lienzo.
Sin embargo, poco se sabe del fervor con el que Frida creía en lo espiritual; de sus exvotos, algunos dibujados por ella otros adaptados con su pincel para dar gracias. Estos agradecimientos pictóricos, que funcionan desde hace siglos para dar gracias a seres santificados en agradecimiento por un favor, fueron una parte de las obras menos conocidas de Frida.
En 1925, cuando tenía 18 años sufrió un accidente. El autobús que tomaba todos los días de regreso del colegio chocó con un tranvía y se rompió la pelvis y la columna vertebral. De este accidente resultó su primer exvoto, al que dedicó a Nuestra Señora de los Dolores por salvarla del accidente:
Frida encontró esta pintura votiva que relataba mucho el día de su accidente. Así que sólo necesitó retocarlo un poco para que fuese como un agradecimiento propio. Según se sabe, añadió los textos en el autobús y el tranvía, además de darle el toque de las cejas al personaje.
A partir de este vinieron más de ellos –incluso se cree que algunas de sus pinturas se influenciaron notoriamente en el estilo de hacer exvotos. Según la pagina web del Museo Frida Kahlo, Frida reunió, a lo largo de su vida, más de 400 exvotos. Muchos de ellos provienen de iglesias y templos ubicados en Jalisco, Michoacán y Zacatecas. Hoy conforman una de las colecciones más completas del mundo en torno a la bella tradición artística mexicana del exvoto:
/Imágenes: archivoexvotos
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