Los sorprendentes hallazgos arqueológicos afuera del Panteón de San Fernando

Foto destacada: INAH

Se cree que las osamentas halladas pudieron fallecer por una pandemia de cólera en el siglo XIX.

 

. . .

 

En poco tiempo el INAH ha analizado 10 inhumaciones e identificado la presencia de 15 individuos adultos medios y mayores, de todas las osamentas que se han recuperado de los entierros que se hicieron hace muchos años en las afueras del Panteón de San Fernando.

Los especialistas encontraron 17 enterramientos con restos de varios individuos que pudieron haber sucumbido a brotes epidémicos en el siglo XIX. La osamenta más completa hallada en el sitio, es la de un hombre joven de cerca 25 años, quien debió medir alrededor de 1.80 metros.

 

 

INAH

 

Durante una inspección de las obras públicas realizadas en el Panteón de San Fernando, un equipo de especialistas del INAH recuperó 17 enterramientos del siglo XIX en la periferia del cementerio, siendo la primera vez que registran un descubrimiento de este tipo en ese lugar.

Nancy Domínguez Rosas, coordinadora de las excavaciones arqueológicas, en conjunto con el antropólogo físico Eduardo García Flores, hicieron el hallazgo de calle Héroes a la Plaza San Fernando, donde aparecieron los entierros a profundidades de 27 a 80 centímetros. Los enterramientos contenían los restos removidos de varios individuos inhumados dentro del recinto funerario, cuya extensión original en el siglo XIX abarcaba lo que hoy es la calle San Fernando.

 

 

INAH

 

Se trata de la primera vez que se reporta el descubrimiento y rescate de entierros correspondientes al Panteón de San Fernando, edificado en 1832 sustituyendo l camposanto que se extendía en el atrio del templo para servicio de los frailes del Colegio Apostólico de San Fernando de Propaganda Fide.

El nuevo panteón tuvo capacidad para 600 fosas y se destinó a personajes de alta jerarquía, pero los brotes epidémicos que hubo en el siglo XIX, empezando por el cólera, obligaron a su uso público. Se cree que el cólera morbo ocasionó la muerte de alrededor de siete mil habitantes de la capital mexicana, casi el 5% de la población (calculada en 129 mil residentes) de agosto a octubre de 1833, aunque su letalidad continuó en los años subsecuentes. Este descubrimiento se da mientras atravesamos una contingencia sanitaria nuevamente.

 

Proyecto Salvamento Arqueológico San Hipólito

 

INAH

 

El sótano de la Casa Rivas Mercado fungió de campamento al proyecto arqueológico, en donde se dispuso la osamenta más completa del sitio: la de un hombre joven de aproximadamente 25 años, edad estimada a partir del estado de desarrollo de los restos esqueléticos, quien debió medir alrededor de 1.80 metros.

Al momento del hallazgo, algunas osamentas se encontraron en relativa relación anatómica, pero no en su mayoría, y tenían presencia de cal y carbón, residuos que fueron removidos con brocha y una solución al 50 por ciento de alcohol, a fin de manipular los huesos. Hasta ahora, se han analizado 10 de los 17 entierros, e identificado la presencia de 15 individuos, en su mayoría adultos medios y mayores, tanto mujeres como hombres.

 

INAH

 

La arqueóloga Nancy Domínguez explica que el “Proyecto Salvamento Arqueológico San Hipólito” lleva meses operando en las calles San Fernando, Violeta, Mina, Héroes, Soto y Esmeralda, y en la avenida Hidalgo. En ese perímetro, en seguimiento a obras de restitución de drenaje y cableado eléctrico, y remozamiento de banquetas, se registraron basureros prehispánicos del barrio mexica de Cuepopan, el cual se ubicaba en el límite de Tenochtitlan con Tlatelolco; y vestigios de pisos del antiguo Convento de San Hipólito y del tranvía decimonónico que cruzó hasta la década de 1960.

En este tipo de obras públicas se debe ser más rápido con la excavación y los materiales deben recuperarse el mismo día de su localización, en ese sentido, puntualizó la arqueóloga: “debemos ser bastante diestros en el momento de hacer este registro para no perder información y, a su vez, priorizar la conservación de los hallazgos”.

 

INAH

 

El proyecto continuará con inspecciones hasta finales de enero de 2022, cuyas tareas de salvamento arqueológico han comprobado la ocupación constante de lo que hoy es la colonia Guerrero, desde el periodo Posclásico Tardío (1250-1521), cuando fue el asiento de familias mexicas que vivían en un área cenagosa del extrarradio de Tenochtitlan, pasando por la época virreinal, cuando se establecieron potreros y conventos, hasta el siglo XIX que la vio despuntar con el establecimiento de grandes casonas.