Este taller lleva 50 años reparando acordeones en el centro de la CDMX

Foto destacada e información: Alicia Vera / The New York Times

Este taller cuenta toda una vida dedicada a la reparación de acordeones.

 

. . .

 

Francisco Luis Ramírez es uno de los reparadores de acordeones más experimentado de la Ciudad de México. Es un anciano que durante muchos años se ha dedicado a inspeccionar cuidadosamente los instrumentos polvorientos que le llevan a su taller.

A lo largo de su habitación, con olor a humo de tabaco,  madera mohosa y pegamento secante, hay estantes repletos de esqueletos del último medio siglo de su trabajo: carcasas de madera, fuelles hundidos y teclados destrozados que parecían dientes torcidos.

 

 

Su taller se encuentra en un edificio escondido de la Calle Simón Bolívar, a unas cuadras del centro histórico, la calle que está repleta de tiendas de música y usan altoparlantes para atraer a los clientes. “Yo hago todo para mejorar el sonido”, le gusta decir a Ramírez, ahora de 76 años, sobre su trabajo. “Soy técnico, siempre afinando, siempre afinando”.

El acordeón tiene una gran presencia en la cultura mexicana, ya que se toca para la música norteña y en ocasión en el mariachi. Durante casi 50 años, Ramírez ha recibido la visita de todo tipo de músicos, desde músicos callejeros hasta maestros de música clásica con el fin de “curar sus instrumentos lesionados”. Ha hecho reparaciones para artistas tan famosos como Los Ángeles Azules, Los Rieleros del Norte, Los Tigres del Norte y Mon Laferte, entre muchos otros.

 

 

Este maestro de la reparación del acordeón, decidió que quería aprender a tocar el instrumento musical; inventado en Europa a principios del siglo XIX, que llegó a México con las migraciones que trajeron diferentes versiones a las culturas de todo el mundo. De abuelos judíos iraquíes escuchó los acordeones de las orquestas árabes de Mohammed Abdel Wahab y Umm Kulthum. De sus abuelos paternos argentinos, escuchó los tangos Aníbal Troilo y Carlos Gardel.

 

 

La mayor parte de la influencia generalizada del acordeón en México provino de las zonas rurales fronterizas de Texas, donde los inmigrantes germánicos se establecieron en el siglo XIX y trajeron su música con ellos. A la fecha, algunos estilos norteños pueden pasar por valses o polcas, y las melodías dulces y erráticas se han convertido en banda, corridos y cumbia.

Los estantes del taller están llenos de piezas de acordeón que pueden servir para arreglar otros instrumentos.  Hay acordeones para niños y acordeones grandes más anchos que los niños. Hay acordeones de botones, acordeones de piano y, a veces, incluso bandoneones.

 

 

Los acordeones que llegan a reparación hay que probar las notas, que el aire salga como debería y que los fuelles funcionen correctamente. La reparación más común es una afinación y cambiar voces para hacer que el acordeón suene de verdad.

En otros casos, hay que arreglar las teclas que ya no emiten sonidos, aplicar cera… Pero después de 50 años de trabajo, Ramírez ya está jubilado y ahora solo trabaja por placer porque su hijo lleva las riendas del negocio. A lo largo de su carrera, Ramírez tuvo muchos aprendices. Luis Adrián Ramírez, su hijo, es un acordeonista profesional que después de aprender el oficio de su padre, se unió al Servicio Ramírez Acordeones, convirtiéndolo en un negocio de dos personas y ampliando la línea generacional de una familia arraigada en las tradiciones musicales de América.

 

 

Hoy en día, la gente le envía instrumentos de otros países —Colombia, Guatemala y Estados Unidos— para que los afine, modifique o revise. Durante un tiempo, hace años, solía hacer visitas domiciliarias a estados lejanos y pueblos remotos, a menudo cargando sus herramientas a lomos de mula, subiendo colinas brumosas y arroyos escarpados llenos de lluvia.