Celebrar a la Muerte es un acto irónico tan característico del pueblo mexicano. Es una especie de enfrentamiento entre la vida y un mundo de caos, miedo y vergüenza, cuya batalla reside en sobrevivir ante la idea de perder el control de todo lo que se tiene. Y la realidad es que esa batalla está perdida, y lo sabemos. Así que optamos por utilizar el único recurso que nosotros, los mexicanos, tenemos para enfrentar al sometimiento de lo inevitable: la risa, el humor negro, el doble sentido, la fiesta.
Algunos dirán que la risa es sólo la evasión al miedo incontrolable. Cuando, ¿realmente qué es evadirse de una emoción naturalmente humana? La risa es, más que un arma, la única herramienta que nos han enseñado a usar para enfrentar al oblivion. La risa es, más que un escudo placebo, un liberador de endorfinas que tranquiliza nuestras angustias y temores ante el apabullante descontrol. La risa es, entre otras prácticas netamente mexicanas, un recuerdo que vive atemporalmente en nuestra psique y nos permite entonces librarnos, aunque sea un poco, del miedo al abandono, al rechazo, al dolor y al olvido.
Al ser un pueblo que nacimos de la perversión, borderline, donde nos enseñaron a amar al victimario, a homenajear al abusador, aprendimos a desarrollar recursos basados en una definición distorsionada de sí mismo; aprendimos a someternos a través de la hilaridad, el festejo, la risa, la pomposidad, porque no había otra manera de sobrevivir a los miedos o a los abusos. Quizá por ello, para enfrentar a la Muerte con el único recurso que tenemos a la mano, usamos la hilaridad para disfrazar de mujer elegante a la calavera, endulzar a las calacas, comer panes que simbolizan los huesos y cráneos de los difuntos, decorar con colores llamativos y usar máscaras a lo largo de esta festividad del Día de muertos. Simplemente es más sencillo, más tranquilizante, más llevadero… Y hasta cierto punto, perverso.
Y hay más: otras prácticas, sencillamente raras, que podrían costarnos trabajo comprender su existencia, sus métodos, sus objetivos. Sin embargo quizá bastaría observarlas, experimentarlas, vivirlas dentro de su contexto para descubrir los simbolismos que permiten aliviar la angustia del pueblo mexicano. Es más, inclusive, hasta podríamos disfrutar de la enjundia con la que el narcisismo caracteriza a la muerte. Y qué mejor oportunidad, ahora con el Día de muertos tan cercano a estas fechas, para acotar las siguientes tradiciones culturales de los pueblos mexicanos:
1. En la prehistoria, los pueblos indígenas solían conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales de sacrifico y así representar la muerte y el renacimiento. De eso, ya han pasado más de 3 000 años.
2. Existen sitios donde la costumbre obliga a un familiar dormir con el difunto a quien se le honra durante estas fechas.
3. En la Huasteca Potosina se celebran las fiestas de Xantolo, donde se acostumbra que los bailarines lleven máscaras hechas de madera, de plástico o inclusive hasta de luchadores.
4. Se llevan mariachis, banda norteña o músicos tradicionales a los cementerios, hogares o calles para que se canten las canciones favoritas del difunto. De esa manera el espacio cerrado, dirigido sólo a los familiares, se vuelve un lugar público y abierto en donde los músicos representan las animas vagando por el sitio.
5. Existen danzas en donde se representan cuentos y leyendas prehispánicos, por lo que se usa trajes de jaguares y otras deidades de la época a pesar de ser espacios mayoritariamente católicos.
6. Edificar un altar de muertos sobre las lápidas de los familiares muertos. Si bien es una conducta socialmente aceptada –y por tanto, no es rara per se–, en ocasiones se realiza durante los cuatro días de la festividad. Es decir, desde el 31 de octubre hasta el 3 de noviembre, los familiares se encuentran en el cementerio para iluminar sus caminos. Por tanto en estas fechas los panteones albergan música, comida y grandes fiestas.
La festividad de Día de muertos es un homenaje a la vida rindiendo homenaje a la muerte. Podríamos inclusive decir que se trata de una especie de recordatorio, en donde, el hablarle bonito a la muerte puede librarte de la soledad, la inexistencia y el olvido –al menos, por un tiempo breve–.
Twitter de la autora: @deixismj
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