Fotos cortesía de México culinario
La gourmetización es un fenómeno cada vez más próspero en la CDMX, con sus ventajas y desventajas.
El consumo alimentario también está cambiando en la medida en que el proceso de renovación y reconstrucción urbana y socioeconómica, la gentrificación, desplaza a los habitantes de una zona determinada, modifica entornos para encarecer servicios y costo de vivienda; lo que viene acompañado con la pérdida de tradiciones y costumbres, debido a que los nuevos habitantes no son practicantes de ellas.
Cuando se habla de gentrificación gastronómica o gourmetización, se dice que restaurantes exclusivos ofrecen los mismos platillos típicos de un país o región, pero a mayor costo, caso contrario que sucede con las famosas fonditas o puestos callejeros que tienen comida a precios accesibles.
En México suceden diversos casos que suelen ser entre cómicos y “abusivos” para muchas personas. En el caso de la Ciudad de México, en colonias como Narvarte, Santa María la Ribera, La Condesa o Roma, es común encontrar restaurantes con un menú gourmetizado de la gastronomía mexicana.
El temor de este fenómeno, es que se corre el riesgo de que lo gourmet erradique los productos culinarios tradicionales, además de desdibujar la línea entre ambos mundos y de hacer que los modelos de negocios estén siendo desplazados, por supuesto se habla de apropiación cultural de alta gastronomía con la comida de barrio.
También se habla que la gourmetización genera empleos, recupera saberes y sabores, y tiene clientes que pueden permitirse costear un platillo que de otro modo desaparecería, moriría en un pueblo o un solo restaurante o puesto. Esto también hace que desaparezcan negocios tradicionales y populares, que las costumbres se transformen e incluso que haya una escasa oferta de salsas picantes en las taquerías.
Por supuesto, que la gentrificación alimentaria también cambia la presentación de los platillos, incluye o excluye productos, además de adaptar y modificar los menús, y los precios, con el fin de obtener beneficios y ocultar las condiciones sociales, culturales y económicas de donde surgieron los platillos.
Un ejemplo más lúdico, es tener salsas que no pican, menús en inglés, pagos en dólares oferta gastronómica internacional; además de desaparición o la deconstrucción de productos (y sus oficiantes tradicionales) como el merengue, las paletas, churros, chicharrones, migas, otras manifestaciones de barrio y mucho más. En Oaxaca, Guadalajara, Puerto Escondido, Tulum, y CDMX, estos escenarios son cada vez más comunes
Finalmente, se trata de un fenómeno en el que todos participantes y estamos siendo beneficiados y afectados, en diferentes grados. Pero comprender lo que sucede con la gentrificación alimentaria puede hacer que cambiemos nuestra forma de ver consumir, los destinos que visitamos, para que no haya necesidad de regular ni implementar políticas púbicas; sobre todo, hay que hacer que nuestras comunidades, sus tradiciones y gastronomía, sigan teniendo un papel relevante en la preservación de la ‘auténtica’ gastronomía mexicana.