Los zapotecos son una cultura con una gran riqueza cultural.
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La riqueza ancestral oaxaqueña radica en la preservación de sus creencias más antiguas, y como parte de la dominación mexica en lo que hoy es Oaxaca, surge el nombre de “zapotecas” del náhuatl tzapotécatl, pueblo del zapote, que con la pronunciación de la lengua castellana derivó en zapotecas.
Pero estos grandes pobladores no venían de un solo lugar, se trataba de una gran familia proveniente de cuatro regiones, se autodenominaban de acuerdo con su procedencia, Bene xhon (Hombre zapoteco) de la Sierra Norte, Ben’Zaa (Gente de las nubes) de los Valles Centrales, Mén Diiste (Gente que habla la palabra antigua) de la Sierra Sur y Binni záa (Gente que viene de las nubes) de la zona del Istmo.
La gran área geográfico-cultural zapoteca, comprende la Sierra de Juárez, la Sierra Madre del Sur y el Istmo de Tehuantepec, región que ha estado ocupada desde el año 10.000 a. C. por grupos paleoindios y arcaicos, la evidencia se encuentra en el hoy sitio José Mogote.
Los ahora conocidos como zapotecos, son dueños de la agrupación lingüística más grande de la familia oto-mangue, que comprende lenguas como el mixteco, el chinanteco y el chatino, el zoque y el mixe (de la familia mixe-zoque) el chontal de Oaxaca y el huave.
Después del mixteco, la agrupación zapoteca tiene más variantes locales que cualquier otra familia, cuenta con 62 variantes. Las deidades de este gran pueblo formado por familias fueron creciendo en número debido a la convivencia con otros pueblos.
Los principales se encuentran Copijcha, Dios del Sol, Coqui Xee, El Creador, Cocijo, Dios de la Lluvia, Cozana, Señor de la Noche, Huichana, Creadora, Pitao Bezelao, Dios de la Muerte, Pitao Cozobi, Dios del Maíz, Xonaxi Queculla, Diosa de la Muerte y Quetzalcóatl, la Serpiente emplumada.
Creían que sus gobernantes descendían de seres sobrenaturales que vivían entre las nubes y que al morir regresaban ahí, por eso son conocidos como “El pueblo de las nubes”. Dicho sea de paso, los muertos eran enterrados en urnas de barro y adornadas con ofrendas pensando que tenían otra vida donde residían sus almas.
Una de las creencias que aún se conserva en estas regiones es la del Tonal. Se cree que el destino de las personas está enlazado con un animal, así que cuando alguien nace se ponen cenizas alrededor de la casa del recién nacido y al día siguiente la huella del animal que se encuentre será el “tótem” del niño, mismo que definirá su crecimiento y personalidad, lo representará en su vida.
Del Tonal deriva el nahualismo, practica de los brujos que consiste en el uso del totem para transformarse en un animal con la finalidad de hacer “encargos” nocturnos.
Información de Inpi
Foto destacada Museo Amparo